El 15 de enero de 2022, la tierra tembló en Oceanía cuando el volcán Hunga Tonga entró en erupción con una magnitud asombrosa.
La espectacular erupción expulsó una asombrosa cantidad de 10 kilómetros cúbicos de materiales, junto con una vasta emisión de vapor de agua que se elevó a alturas impresionantes, alcanzando niveles entre 10 y 80 kilómetros en la atmósfera.
Este fenómeno natural, aunque imponente en su alcance, no estuvo exento de efectos climáticos significativos, según dice el Instituto de Geociencias (CSIC-UCM).
Cálculos recientes indican que la erupción liberó casi 150 millones de toneladas de vapor de agua, lo que representa aproximadamente un 15% de la totalidad del agua presente en la estratosfera.
Esta afluencia masiva de vapor en las capas superiores de la atmósfera no solo desencadenó un enfriamiento radiativo, sino que también indujo un intrigante calentamiento en la superficie terrestre, señala el CSIC-UCM.
Los científicos han estado siguiendo de cerca los eventos posteriores a la erupción, y los resultados de sus investigaciones son reveladores.
Después de dos semanas de la erupción, la dispersión y dilución del vapor de agua comenzaron a tener un papel predominante en el panorama climático.
El efecto de calentamiento del vapor de agua reemplazó gradualmente el forzamiento radiativo en las capas superiores de la atmósfera, contribuyendo a un incremento neto en el sistema climático.