Cuando recibió los resultados de la encuesta que la convertían de facto en la candidata presidencial de Morena, Claudia Sheinbaum declaró que no había “ningún minuto que perder” en la campaña para la elección de 2024. De inmediato, la exjefa de Gobierno de Ciudad de México se puso manos a la obra para sacar ventaja a la que será su rival más fuerte en las urnas, Xóchitl Gálvez, abanderada de la oposición, publicó El País.
“Al día siguiente, recibió de manos de Andrés Manuel López Obrador, presidente de México y líder espiritual del movimiento de izquierda, el mando de la estructura política que él creó y dirigió durante tres décadas. Después, el Consejo Nacional de Morena —la cúpula partidista— cerró filas en torno a la abanderada y selló su investidura”, agregóel diario español.
Esa transferencia de poder, que ha convertido a Sheinbaum en una suerte de embajadora de López Obrador, ha tenido al menos dos efectos. Por un lado, ha servido para legitimar su triunfo en la interna morenista y, de ese modo, minimizar las acusaciones de fraude lanzadas por el excanciller Marcelo Ebrard, que quedó segundo en las encuestas.
Por otro lado, le ha permitido a la aspirante tomar las riendas de su propia campaña, trazar directrices, asignar posiciones entre sus colaboradores y repartir encargos estratégicos.
El primer punto en la agenda política de Sheinbaum, el más apremiante, fue reunir a los vencidos de la interna e iniciar la operación cicatriz: escuchar y dar cabida a sus peticiones, pero también modular sus expectativas. El senador Ricardo Monreal, que quedó en último lugar en la encuesta morenista, declaró pronto que ahora quería ser candidato al Gobierno de Ciudad de México, el cargo que dejó Sheinbaum para ir a la presidencial. El exsecretario de Gobernación Adán Augusto López, tercer lugar en la interna, divulgó mediante trascendidos sus intenciones de tomar la dirigencia de Morena y relevar de ese cargo a Mario Delgado, fiel aliado de Sheinbaum.
Ninguna de ambas aspiraciones se cumplió. Monreal terminó por desistir de la gubernatura de la capital, al advertir que hay un claro favorito para la sucesión: el jefe de la policía local, Omar García Harfuch. Por otro lado, Delgado no solo continúa como líder del partido, sino que además fue ratificado por el Consejo Nacional el domingo pasado. Sheinbaum, sin embargo, no ha dejado sin nada a Adán López y a Monreal y los ha incluido en puestos clave para su campaña. Esta semana los ha designado “coordinador político” y “coordinador de organización y enlace territorial”, respectivamente. Otra de las corcholatas que ha recibido un nuevo encargo es el diputado Gerardo Fernández Noroña, del Partido del Trabajo, que ha sido nombrado vocero. La candidata ha asegurado que también dará cabida al senador Manuel Velasco, del Partido Verde, en un lugar aún por definir.
El capital político de Sheinbaum no ha alcanzado para incluir en la operación cicatriz a Ebrard, que ha expresado duramente su distancia de la aspirante y de la dirigencia del partido. En esa disputa entre dos pesos pesados, la exmandataria capitalina cuenta con el respaldo irrestricto del presidente López Obrador, quien en cada oportunidad ha subrayado que él ya otorgó su reconocimiento a la exjefa de Gobierno como sucesora legítima de su legado político. “Yo ya terminé, ya entregué la dirección del movimiento de transformación a Claudia Sheinbaum, que es excepcional, extraordinaria, es una mujer con convicciones, con principios, honesta, y además muy preparada”, ha dicho el mandatario este miércoles.
Ante el Consejo Nacional, que reúne a más de 300 dirigentes de Morena de todo el país, Sheinbaum dictó tareas de movilización. Una de las principales apuestas de campaña es hacer recorridos casa por casa y formar comités en cada sección electoral (en México hay alrededor de 69.500 secciones), un tipo de organización de base implementado por el mismo López Obrador en los primeros años de Morena. Los comités son fundamentales no solo para promover el voto a favor de la aspirante, sino para cuidar las urnas en la jornada electoral del próximo año.
Sheinbaum iniciará este fin de semana visitas a los Estados, donde encabezará reuniones con las estructuras partidistas locales. El equipo de campaña prevé que visite los 32 Estados entre septiembre y noviembre, mes en el que la exmandataria debe registrarse oficialmente como precandidata de Morena a la presidencia. La aspirante también suscribió ante el Consejo Nacional el Proyecto de Nación 2024-2030, la hoja de ruta elaborada por los intelectuales de Morena y que deberá regir las políticas públicas del próximo Gobierno, si el oficialismo gana en las urnas.
La aspirante se ha reunido este miércoles con los diputados federales de Morena y de sus aliados, el Partido del Trabajo y el Partido Verde. El encuentro le ha servido para llevar a su causa a los legisladores que en su momento expresaron respaldo a Ebrard. La abanderada ha asegurado, en una conferencia tras la reunión, que estuvieron presentes todos los integrantes del bloque oficialista, incluidos los afines al excanciller. Una fuente de su cuarto de guerra ha afirmado a este periódico que, de los 41 legisladores que militaban con Ebrard, 11 ya han declarado su cambio de bando.
Sheinbaum, que ha mencionado varias veces que Ebrard tiene las puertas abiertas para cuando quiera regresar, ha ofrecido el mismo trato a los políticos que retornen al rebaño, muchos de los cuales aspiran a reelegirse como legisladores o apuntan a otros cargos públicos. “Fue lo que les planteé [en la reunión]. Terminó la encuesta, vamos hacia un nuevo proceso, y me da mucho gusto que hayan estado todos y todas, porque nosotros siempre vamos a seguir haciendo un llamado a la unidad. Como lo he dicho, aquí no sobra nadie, al contrario, va a haber una convocatoria para que muchas más personas sean parte de este gran movimiento de transformación”, dijo la aspirante en una conferencia.
Aún faltan nueve meses para la jornada electoral, que podría ser histórica si alguna de las dos principales contendientes —Sheinbaum y Gálvez— llega al más alto puesto público de México. El escenario aún puede cambiar radicalmente si se toma en cuenta el factor Ebrard, quien, aunque ya ha anunciado su ruptura con Morena, no ha dejado en claro cuáles serán sus siguientes pasos rumbo a los comicios de 2024. Un escenario es que el excanciller abandone la formación y aparezca en la boleta como tercera opción electoral. López Obrador ha dicho que, si eso pasara, la más perjudicada sería la oposición, sabedor de que Ebrard tiene raigambre entre los votantes de clase media. Aun así, el presidente y Sheinbaum le han pedido que no se vaya, pues, por poco que duela, no hay fractura sin sangrado.