Pos ayer posaron para la foto unos 300 elementos del Ejército Mexicano, y es que antes de llegar a la mancha urbana de esta frontera se estacionaron a un costado de la carretera Chihuahua-Juárez a bordo de unidades militares, se veían imponentes, pues.
Era una caravana muy grande, que mucha gente creería que si entra a una de las muchas colonias que la Sedena ya tiene identificadas como “violentas”, seguro terminaría con tantas ejecuciones que aquejan a la ciudad y que tienen a los juarenses desde hace muchos años con el Jesús en la boca, pero la verdad es que nos hace falta algo más importante que inundar las calles con soldados.
Juárez ya lo ha vivido mucho tiempo, militares van, otros vienen, igual que sucede con los agentes de la Guardia Nacional que forman o han formado parte parte de la estrategia nacional de pacificación del país y en el marco del programa “Unidos por Juárez”.
Pocos, muy pocos han sido los resultados de la militarización en la ciudad, y para prueba están las estadísticas oficiales que indican que nomás los asesinatos no disminuyen, que siguen igual con estrategias de todos los niveles y nomás no se puede, pero este rompenueces se pregunta si la mejora de Juárez se puede lograr con pura presencia policíaca y militar, y también se plantea la necesidad de que se incolucraran las familias juarenses para empezar a buscar caminos de paz.
En Juárez, enfrentar la creciente ola de violencia, pues, demanda una acción colectiva, y las familias desempeñan un papel muy importante en esta lucha. Es vital que los padres intensifiquen su involucramiento en la vida de sus hijos, prestando atención a sus actividades, amistades y lugares frecuentados. La prevención comienza en casa, y la conexión familiar puede ser un amortiguador contra las influencias negativas.
Es terrible, pues, que al menos dos o tres adolescentes sean asesinados en las calles de Juárez cada semana, jóvenes que deberían estar estudiando, en sus hogares, en canchas deportivas o divirtiéndose sanamente de cualquier otra forma.
Los juarenses, pues, deben trabajar activamente en el reencuentro vecinal, fomentando la interacción y el conocimiento mutuo, hace muchos años, que los juarenses dejaron de tener contacto positivo con sus vecinos, ahora son puros problemas, y eso, necesitamos cambiarlo entre todas y todos. Conocer a los vecinos no solo crea un sentido de comunidad, sino que también fortalece los lazos de confianza, permitiendo a la gente compartir preocupaciones y colaborar en soluciones.
La violencia no es solo un problema individual, sino comunitario. De nada servirá que lleguen más soldados o miles de policías, si no hay relaciones sólidas en el ámbito familiar y vecinal. Le dejamos este tema para que lo reflexione durante la semana.
Por eso somos los rompenueces.
