Pos hay una realidad que parece no tener fin en nuestro país: la trata de personas, un flagelo que sigue cobrando vidas y destruyendo familias, especialmente en lugares como el estado de Chihuahua.
Y es que según los registros del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en los primeros tres meses del año 2024, siete mujeres han sido víctimas de este crimen atroz en Chihuahua, seis de ellas menores de edad. Detrás de estas cifras frías y desgarradoras se esconde el sufrimiento humano, la pérdida de la dignidad y la esperanza truncada de mujeres y niñas que han sido explotadas de las maneras más despiadadas.
Los municipios de Juárez, Nuevo Casas Grandes y Chihuahua han sido testigos de este oscuro comercio de vidas, con seis carpetas de investigación abiertas por trata de personas en el primer trimestre del año. Sin embargo, estas cifras solo reflejan la punta del iceberg de un problema mucho más profundo y extendido en nuestra sociedad.
Resulta y resalta que la Ley General en la materia define la trata de personas como cualquier acción destinada a explotar a una persona, ya sea mediante la esclavitud, la explotación sexual y laboral, los trabajos forzados, entre otras formas de abuso inhumano. Detrás de cada cifra hay historias de sufrimiento y desesperación, de sueños rotos y vidas destrozadas.
Chihuahua se encuentra entre los cinco estados con mayor número de casos de trata de personas a nivel nacional, una posición lamentable que refleja el fracaso de nuestras instituciones en proteger a las mujeres y niñas de este flagelo. A pesar de los esfuerzos por combatir este crimen, la realidad nos golpea con una dureza implacable, recordándonos que aún queda mucho por hacer para erradicar esta lacra de nuestra sociedad.
Las cifras son escalofriantes: Chihuahua ocupa el quinto lugar en la tasa de víctimas mujeres por cada 100 mil habitantes en el país, una estadística que debería avergonzarnos como sociedad y movilizarnos a tomar acciones concretas para proteger a las mujeres y niñas de la trata de personas.
Y es que la sombra de la violencia contra la mujer sigue oscureciendo el panorama en el estado de Chihuahua. Cada informe, cada cifra, revela una realidad desgarradora: las mujeres son víctimas de una epidemia de violencia que parece imparable. Desde los casos de trata de personas hasta los feminicidios que sacuden la conciencia colectiva, nuestra entidad enfrenta un desafío moral y social urgente.
No podemos permanecer indiferentes ante esta tragedia que deja vidas destrozadas y familias desgarradas. Es hora de que las autoridades asuman su responsabilidad, implementen medidas efectivas y concretas para proteger a las mujeres y castiguen con firmeza a los perpetradores de estos crímenes atroces.
La justicia y la igualdad deben prevalecer sobre la impunidad y la misoginia. Chihuahua, y todo México, merecen un futuro donde las mujeres puedan vivir libres de miedo y violencia.
Por eso somos los rompenueces.