Las necedades de la señora X

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Pos Xóchitl Gálvez, excandidata presidencial, no parece haber asimilado la contundente derrota sufrida en las pasadas elecciones. En un esfuerzo por revertir lo irreversible, pues, ha interpuesto un recurso ante el Tribunal Electoral para que el INE resuelva 396 quejas contra Claudia Sheinbaum, Morena y el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Esta actitud no solo refleja una negación de la realidad, sino que también podría estar minando aún más la posición de la oposición en el panorama político actual.

Y es que la democracia se basa en la voluntad del pueblo, y los resultados de las elecciones fueron claros: millones de personas votaron por Morena. Insistir en la revisión de quejas y en la impugnación de resultados parece más un acto de desesperación que de justicia. Gálvez argumenta que la Unidad Técnica de lo Contencioso Electoral (UTCE) ha omitido tramitar las quejas presentadas en tiempo y forma, afectando así el derecho a una justicia pronta y expedita. Sin embargo, esta postura ignora la magnitud del respaldo popular que Morena recibió.

Ansina que es comprensible que Gálvez y otros actores de la oposición busquen garantizar la transparencia y la equidad en el proceso electoral. No obstante, insistir en que las 396 quejas pendientes podrían cambiar el resultado de una elección que ya ha sido validada por una abrumadora mayoría es, francamente, una quimera. El tribunal analizará la denuncia presentada, pero es poco probable que el resultado final se altere de manera significativa.

Esta necedad en negar la derrota no hace más que debilitar la credibilidad de la oposición. En lugar de enfocarse en construir una plataforma sólida y en reconectar con el electorado, la atención se desvía hacia batallas legales que parecen destinadas al fracaso. La historia nos ha enseñado que, después de una derrota electoral, es crucial para cualquier partido reorganizarse, evaluar sus errores y prepararse para futuros comicios. La negativa a aceptar los resultados solo posterga este proceso necesario de introspección y renovación.

El argumento de Gálvez, basado en la intervención de actores ajenos al proceso electoral y en la necesidad de evitar daños irreparables, recuerda los problemas de las elecciones de 2006. Sin embargo, comparar los eventos actuales con aquellos solo subraya una resistencia a aceptar el presente. La democracia es dinámica y requiere adaptabilidad, no anclarse en el pasado.

Pos en lugar de enredarse en litigios interminables, pues, la oposición debería centrarse en comprender por qué millones de mexicanos optaron por Morena. Es momento de aceptar la realidad y trabajar hacia un futuro en el que puedan presentar una alternativa viable y convincente. La estrategia de Gálvez, aunque bien intencionada, corre el riesgo de ser percibida como una negativa a aceptar la voluntad popular, lo cual es un error estratégico que podría costarle caro a la oposición en el largo plazo.

Debe aceptar los resultados y comencemos a construir desde la base. Solo así la oposición podrá recuperar terreno y presentarse como una opción seria y preparada para gobernar en el futuro. La democracia se fortalece no solo con la victoria, sino también con la capacidad de reconocer la derrota y aprender de ella.

Por eso somos los rompenueces.

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