Pos el Partido Revolucionario Institucional (PRI) continúa su largo y tortuoso camino hacia la fragmentación, un proceso que, lejos de cerrarse, parece intensificarse con cada nueva controversia. La reciente exclusión de Manlio Fabio Beltrones de la bancada en el Senado es solo un nuevo capítulo en la desgarradora historia de un partido que lucha por redefinirse en un contexto político que ya no le es favorable.
Alejandro «Alito» Moreno Cárdenas, presidente del PRI, dejó claro en su primera conferencia de prensa tras su reelección que no habrá reconciliación con Beltrones, a quien describió como un «político de vitrina» alejado de la realidad actual del país. Las palabras de Moreno Cárdenas fueron contundentes y sin matices: “No forma ni formará parte del grupo parlamentario del PRI. Su decisión, su postura, su opinión nada tienen que ver con el grupo parlamentario y con el PRI”.
Este distanciamiento, pues, no es solo una cuestión personal, sino un reflejo de la profunda crisis interna que enfrenta el PRI. Beltrones, un veterano de la política mexicana con una trayectoria que incluye importantes cargos tanto a nivel estatal como federal, representa una facción del partido que, según Moreno Cárdenas, ya no tiene cabida en el PRI de hoy. “Está cerca de los 80 años… te conviertes en un político de vitrina, perdiendo esos reflejos que demanda hoy el contexto político nacional”, subrayó el líder priista, marcando una línea divisoria clara entre el viejo y el nuevo PRI.
Sin embargo, la exclusión de Beltrones y el ataque directo a su figura no son más que síntomas de un problema mayor: la falta de unidad y dirección dentro del partido. El PRI, que durante décadas fue el pilar de la política mexicana, hoy se encuentra dividido, con liderazgos que no logran encontrar un punto de convergencia. La exclusión de figuras como Beltrones solo profundiza las fracturas internas y dificulta aún más cualquier intento de cohesión.
Y es que el liderazgo de «Alito» Moreno ha estado marcado por la controversia y la crítica, no solo por la exclusión de Beltrones, sino también por su manejo de las derrotas electorales recientes. Al deslindarse de las pérdidas de gubernaturas a manos de Morena y el Partido Verde, Moreno Cárdenas parece querer eximir su responsabilidad, atribuyendo los fracasos a malas administraciones pasadas. Este intento de sacudirse las culpas, sin embargo, no ha hecho más que aumentar las tensiones dentro del partido, donde muchos ven en su gestión la causa principal del debilitamiento del PRI.
La división dentro del PRI no es solo una cuestión de liderazgo, sino también de visión. Mientras que Moreno Cárdenas insiste en que su enfoque es el de una «nueva generación» que busca generar oportunidades y espacios, la realidad es que esta visión no ha logrado convencer a todos dentro del partido. Figuras como Beltrones, con una visión más tradicional del PRI, se sienten marginadas y alienadas en un partido que, en su intento por reinventarse, parece estar perdiendo su esencia.
Resulta y resalta que el futuro del PRI, en este contexto, es incierto. Con un liderazgo que no logra unificar y con facciones que se sienten excluidas y descontentas, el partido enfrenta un reto monumental: sobrevivir en un escenario político que ya no le es favorable, y hacerlo sin perderse en el proceso. La exclusión de Beltrones puede ser vista como una señal de cambio, pero también como un paso más hacia la desintegración de un partido que alguna vez fue hegemónico.
En última instancia, la crisis del PRI es una crisis de identidad. ¿Qué significa ser priista en el México de hoy? ¿Cómo puede un partido con una historia tan rica y compleja encontrar su lugar en un entorno político que ha cambiado radicalmente? Estas son preguntas que el liderazgo actual del PRI aún no ha logrado responder, y hasta que lo haga, las divisiones internas continuarán profundizándose, dejando al partido en un estado de permanente conflicto y debilitamiento.
El PRI, como un gigante herido, sigue caminando, pues, pero cada paso parece llevarlo más cerca del abismo. La exclusión de Manlio Fabio Beltrones es solo el último de una serie de eventos que muestran que, mientras no se resuelvan las diferencias internas, el PRI seguirá sangrando, sin poder cerrar las heridas que amenazan con consumirlo desde dentro.
