Pos con la llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia de México, el país se adentra en una nueva era reformista que promete consolidar el proyecto iniciado por Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y la Cuarta Transformación (4T). Si bien el gobierno de AMLO logró avances significativos en áreas como la justicia social, la lucha contra la corrupción y la reestructuración del Estado, muchas de sus propuestas más ambiciosas quedaron estancadas por la resistencia de una oposición férrea en el Congreso. Sin embargo, ahora, con la aplastante mayoría de Morena en ambas cámaras, muchas de esas reformas que habían sido bloqueadas comienzan a cobrar vida.
Y es que una de las primeras señales de este renacer reformista es la aprobación de las modificaciones a la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (Lgipe), que establece los mecanismos para el proceso electoral de ministros, magistrados y jueces. Esta reforma, publicada en tiempo récord en el Diario Oficial de la Federación (DOF), es emblemática de la nueva etapa que vive el país: un Estado decidido a avanzar con rapidez y contundencia en la consolidación de un sistema judicial más democrático y representativo.
La urgencia con la que se publicaron estas modificaciones, apenas dos horas después de su aprobación en la Cámara de Diputados, refleja la importancia que tiene para el gobierno de Sheinbaum el continuar con la reestructuración del sistema judicial, una asignatura que, durante el mandato de AMLO, enfrentó obstáculos insalvables por la falta de acuerdos políticos. Ahora, con la convocatoria para las elecciones de juzgadores programada para el 16 de octubre, la reforma electoral judicial ya es una realidad, y en cuestión de días se verán sus efectos.
Otro de los grandes pendientes que finalmente está tomando forma es la reforma energética, un proyecto que había quedado varado en el Senado debido a la oposición de los partidos de derecha, en particular el PAN, el PRI y Movimiento Ciudadano. Esta reforma, que busca devolver al Estado el control preponderante sobre el sector energético, fue aprobada en comisiones del Senado con el apoyo de Morena y sus aliados. El documento propone transformar a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) de una empresa productiva del Estado a una empresa pública del Estado, lo que fortalecería su papel en el mercado energético nacional y limitaría la participación de las empresas privadas.
Este cambio en el concepto de la CFE es fundamental, ya que restablece el carácter estratégico del Estado en el manejo de los recursos energéticos del país, alejándose del enfoque privatizador que caracterizó a las administraciones neoliberales. Además, la reforma incluye una cláusula crucial: el servicio de internet que provea el Estado no será considerado un monopolio, abriendo la puerta para que millones de mexicanos tengan acceso a internet en regiones donde hoy en día es prácticamente inexistente.
Resulta y resalta que con esta reforma energética en marcha, México da un paso importante hacia la soberanía energética, un tema prioritario para la 4T que busca reducir la dependencia del país de las grandes empresas multinacionales y garantizar que los recursos energéticos beneficien principalmente a los mexicanos. Esta propuesta, que había sido bloqueada en varias ocasiones durante el mandato de AMLO, representa un triunfo del nuevo gobierno de Sheinbaum, quien ha dejado claro que su administración trabajará con la misma determinación y compromiso social que su antecesor.
El avance de estas reformas no solo marca el inicio de una nueva era, sino que también envía un mensaje claro a la oposición: los tiempos de bloqueo político han terminado. El nuevo panorama político, con Morena controlando ambas cámaras del Congreso, ha generado una dinámica legislativa que permite avanzar en temas que anteriormente se consideraban imposibles de concretar.
Otro de los proyectos que promete resurgir bajo el gobierno de Sheinbaum es la reforma al sistema de medios de impugnación, un instrumento clave para garantizar que los procesos electorales sean más justos y transparentes. Esta reforma, cuya aprobación se espera en los próximos días, busca fortalecer los mecanismos para la resolución de disputas electorales, dotando a las instituciones de mayor capacidad para actuar con imparcialidad y rapidez.
A unos días de haber asumido el poder, el gobierno de Claudia Sheinbaum ya está dejando su huella en el marco legal y político del país. Las reformas aprobadas y en proceso son una clara señal de que el rumbo de México seguirá en la dirección trazada por la 4T, pero con un renovado ímpetu reformista que, bajo el liderazgo de Sheinbaum, buscará consolidar los cambios estructurales que la Cuarta Transformación prometió desde su origen.
La oposición, que durante el sexenio de AMLO había logrado frenar varias de las reformas más significativas, parece haber perdido su capacidad de bloqueo ante la abrumadora mayoría de Morena en el Congreso. Las voces críticas podrán seguir expresándose, pero difícilmente podrán detener una maquinaria legislativa que ahora se mueve a toda velocidad para consolidar un proyecto de país basado en la justicia social, la igualdad y la soberanía.
Esta nueva etapa de reformas, encabezada por Sheinbaum, marca el comienzo de una nueva era para México, una en la que el avance de la justicia, la democracia y la igualdad no será detenido.
Por eso somos los rompenueces.
