Pos con la inminente victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, el escenario binacional entre México y su vecino del norte se perfila como uno de los retos más desafiantes que ha enfrentado la relación diplomática en los últimos años. Claudia Sheinbaum, ahora presidenta de México, enfrenta una encrucijada: mantener y fortalecer los lazos comerciales y de seguridad mientras gestiona las complejas demandas y amenazas de un Trump que promete ser aún más irascible y exigente que en su primera administración.
El énfasis de Sheinbaum en el diálogo es clave. Durante su intervención, subrayó que México no solo es el principal socio comercial de Estados Unidos, sino que ambos países se complementan, más que competir, en la dinámica económica del continente. Estas palabras no son casuales; el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) ha sido una herramienta esencial que ha mantenido la estabilidad y el crecimiento económico de la región, beneficiando a ambos lados de la frontera. Sin embargo, el desafío de trabajar con Trump va más allá del comercio: implica una negociación hábil y firme en temas críticos como la seguridad y la política migratoria.
La Seguridad
Y es que Trump, conocido por su retórica dura y a menudo beligerante, ha hecho de la seguridad fronteriza un estandarte de su política. Con amenazas de construir muros y presionar a México para reforzar su frontera sur, la administración de Sheinbaum tendrá que diseñar estrategias para cooperar sin ceder a políticas que atenten contra los derechos humanos de los migrantes. La presidenta ha demostrado, hasta ahora, su habilidad para plantear el progreso de México como una oportunidad y no una amenaza, algo que será crucial cuando el tema de la seguridad esté sobre la mesa.
La colaboración en seguridad no solo se refiere al flujo migratorio, sino también a combatir el crimen organizado que atraviesa fronteras y a trabajar en la modernización de sistemas de vigilancia y control. Esto exigirá una inversión significativa y un enfoque coordinado que logre satisfacer las expectativas del gobierno estadounidense sin sacrificar la soberanía ni los principios humanistas que han guiado a la Cuarta Transformación.
El desafío migratorio: Políticas humanistas vs. presiones políticas
Resulta y resalta que en el tema migratorio, la presión de Trump es predecible. Desde su primer mandato, ha impulsado políticas severas contra los migrantes, presionando a México para que funcione como un muro de contención. Sheinbaum deberá buscar acuerdos que protejan a las poblaciones vulnerables mientras gestiona la seguridad nacional y evita un conflicto directo con un Trump más dispuesto que nunca a imponer sus condiciones.
El cambio de enfoque que México ha sostenido, basado en la economía moral y el humanismo, se pondrá a prueba. Las caravanas migrantes, las crisis humanitarias y las exigencias de deportación masiva podrían regresar a la agenda, requiriendo una diplomacia que combine firmeza y humanidad.
La economía
A pesar de los desafíos políticos, la economía mexicana se mantiene como un pilar fundamental en la relación con Estados Unidos. Sheinbaum ha destacado las exportaciones récord y la fortaleza del peso, símbolos de un México que progresa y es indispensable para el crecimiento económico regional. La reunión con Larry Fink y líderes de inversión internacional demuestra que México sigue siendo un destino atractivo para el capital extranjero, y este será un argumento sólido en las futuras negociaciones con Washington.
El fortalecimiento del T-MEC y los planes de inversión en infraestructura, desde puertos hasta corredores comerciales, proporcionan una plataforma para mostrar que México es un socio estratégico, no un rival. Además, el énfasis en desarrollar proyectos que incluyan inversión mixta y oportunidades para fondos internacionales puede ser un ancla para mitigar las tensiones que seguramente surgirán en la agenda de seguridad.
Pos el reto de Sheinbaum es grande, pero no imposible. El «segundo piso» de la Cuarta Transformación necesita cimentarse en estrategias de cooperación que refuercen la estabilidad económica y social de México mientras enfrenta las tormentas políticas que acompañarán al regreso de Trump. El futuro de la relación bilateral depende de un delicado equilibrio entre diálogo y firmeza, con la esperanza de que los principios de progreso y bienestar para el pueblo mexicano no se vean comprometidos en este nuevo capítulo de la historia compartida entre ambas naciones.
Por eso somos los rompenueces.