Pos la política exterior de México enfrenta un nuevo desafío con las recientes declaraciones de Donald Trump, quien ha prometido imponer aranceles del 25% a productos mexicanos y canadienses si considera insuficiente la cooperación en migración y combate al tráfico de drogas. Ante esta amenaza, es crucial que México no solo mantenga su postura de dignidad y soberanía, sino que también tome decisiones estratégicas que eviten repetir errores del pasado, como militarizar la frontera norte bajo presiones externas.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha dado el primer paso con una carta dirigida a Trump, en la que enfatiza que la solución a estos problemas no puede basarse en amenazas ni en aranceles, sino en el entendimiento mutuo y el diálogo. Este enfoque marca una diferencia sustancial respecto a las acciones previas del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien en 2019 cedió a presiones similares y desplegó a la Guardia Nacional en la frontera para frenar la migración. Aunque la medida logró apaciguar momentáneamente a Washington, dejó en evidencia la vulnerabilidad de México ante la coerción económica.
Y es que uno de los principales puntos de tensión en la relación México-Estados Unidos es el tráfico de fentanilo, una crisis que afecta directamente a los consumidores estadounidenses pero que genera repercusiones devastadoras en México. La carta de Sheinbaum señala correctamente que el problema del fentanilo es trilateral: Canadá, Estados Unidos y México tienen responsabilidad en detener su flujo, pero también en abordar sus causas estructurales.
Las autoridades mexicanas han mostrado resultados contundentes: en lo que va del año se han decomisado toneladas de drogas, armas y se han realizado miles de detenciones. Sin embargo, Sheinbaum subraya un punto clave: los precursores químicos que permiten la producción del fentanilo ingresan desde Asia, principalmente a través de puertos canadienses y estadounidenses. Pretender que México cargue con toda la responsabilidad no solo es injusto, sino ineficaz para resolver el problema de fondo.
En este sentido, México debe redoblar esfuerzos para fomentar una colaboración más estrecha y equitativa entre los tres países. Como Sheinbaum lo plantea, se requiere un enfoque integral que combine medidas de seguridad, políticas de salud pública y el desarrollo económico en las comunidades más afectadas.
Resulta y resalta que otro eje central de la carta es la migración. Sheinbaum destaca que entre diciembre de 2023 y noviembre de 2024 el flujo migratorio hacia Estados Unidos se ha reducido en un 75%, gracias en gran parte al mecanismo CBP One que facilita la solicitud de visas de trabajo. Este logro demuestra que las soluciones basadas en la cooperación y la legalidad son más efectivas que las medidas coercitivas.
Sin embargo, queda pendiente un modelo de movilidad laboral que no solo responda a las necesidades de la economía estadounidense, sino que también respete la dignidad y los derechos de los migrantes. Para ello, México debe insistir en el diálogo como herramienta principal, sin ceder a imposiciones unilaterales que vulneren su soberanía.
Imponer aranceles del 25% no solo afectaría a la economía mexicana, sino también a las empresas estadounidenses establecidas en el país, como General Motors, y a los consumidores de Estados Unidos, quienes pagarían más por los productos importados. Sheinbaum acierta al advertir que estas medidas serían contraproducentes para ambos lados de la frontera.
México debe prepararse para contrarrestar estas amenazas, no con confrontación, sino con inteligencia estratégica. Es fundamental fortalecer la alianza comercial de Norteamérica, destacando cómo la integración económica beneficia a las tres naciones frente a la competencia de otros bloques, como China.
La posición de Sheinbaum, pues, refleja un México que negocia como igual, sin subordinación ni sumisión. El mensaje es claro: México respeta al presidente de Estados Unidos, pero exige el mismo respeto a cambio. Es un recordatorio de que la fortaleza de Norteamérica radica en la cooperación y en el respeto mutuo, no en las amenazas ni en las medidas coercitivas.
México tiene la oportunidad de mostrar liderazgo y madurez diplomática. La clave estará en evitar caer en provocaciones y en construir puentes de entendimiento que permitan enfrentar juntos los desafíos compartidos. La respuesta de México debe ser firme, pero también estratégica, demostrando que la soberanía y la dignidad nacional no están en venta, y que el diálogo, no la coerción, es el camino hacia un futuro próspero para todos.
Por eso somos los rompenueces.