Gobernar es asumir responsabilidades, no eludirlas

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Pos la seguridad pública es un compromiso que no admite excusas, retrasos ni divisiones políticas. Así lo dejó claro la presidenta Claudia Sheinbaum al encabezar el Consejo Nacional de Seguridad Pública, un foro donde los gobernadores de las entidades federativas deben reconocer su papel fundamental en la construcción de la paz. En un mensaje claro y contundente, Sheinbaum hizo un llamado a los mandatarios estatales para que encabecen de manera directa y diaria los gabinetes de seguridad en sus territorios. Porque, como ella misma afirmó, “la responsabilidad no se puede delegar”.

Y es que el mensaje tiene un peso especial en un país que ha enfrentado durante años la complejidad del crimen organizado, la violencia y la inseguridad. Aunque la estrategia nacional de seguridad ha mostrado avances significativos, la clave para consolidar resultados está en la colaboración y el compromiso de los gobiernos estatales. No basta con aplaudir las iniciativas federales desde la tribuna; los mandatarios deben ser actores activos en la implementación de políticas que protejan a sus comunidades.

Es imposible ignorar la contundencia de las palabras de Sheinbaum: «Ahí donde el gobernador o gobernadora está al frente, se nota; donde no se atiende, siempre hay problemas». La seguridad no puede ser un tema secundario ni delegarse a funcionarios intermedios. Es una tarea que exige liderazgo directo. Cuando un gobernador evade su responsabilidad, las consecuencias recaen directamente sobre los ciudadanos: colonias asoladas por la violencia, comunidades desprotegidas y una sensación de abandono que mina la confianza en las instituciones.

Este compromiso no se trata de «politiquerías», como bien lo señaló la presidenta. La seguridad debe ser un esfuerzo conjunto, una política de Estado que trascienda colores partidistas y rivalidades. Porque cuando un gobernador falla en esta tarea, no afecta únicamente a su administración; afecta al país entero. La lucha contra la delincuencia requiere unidad, coordinación y, sobre todo, voluntad política.

Un aspecto central del mensaje de Sheinbaum fue la necesidad de fortalecer las policías estatales y municipales. En muchos casos, estas instituciones son la primera línea de defensa para la ciudadanía, pero también suelen ser las más vulnerables ante la corrupción, el abandono presupuestal y la falta de capacitación. Los mandatarios estatales deben invertir en mejorar las condiciones laborales, los equipos y la profesionalización de sus cuerpos de seguridad.

Además, es fundamental que se mantenga una coordinación estrecha con las autoridades federales. Como señaló Omar García Harfuch, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, los avances en la estrategia de seguridad no son fortuitos; son el resultado de una coordinación efectiva y un enfoque metodológico adaptado a cada región. Este enfoque debe complementarse con un esfuerzo genuino de los gobiernos estatales para implementar acciones que respondan a las necesidades específicas de sus comunidades.

No asumir la responsabilidad en materia de seguridad por razones políticas es una traición al mandato ciudadano. Los gobernadores que priorizan agendas partidistas o intereses personales sobre el bienestar de su población no sólo fallan como líderes; también perpetúan un sistema de desigualdad y violencia que afecta especialmente a los sectores más vulnerables.

El llamado de la presidenta Sheinbaum y de su gabinete es un recordatorio de que la seguridad no es un lujo ni un tema opcional. Es una tarea que debe ser atendida con la misma urgencia en todos los niveles de gobierno. Desde la federación se han puesto las bases, como destacó el fiscal general Alejandro Gertz Manero, al detener una tendencia de crecimiento delictivo que parecía incontenible en administraciones anteriores. Ahora, es momento de que los gobernadores tomen la estafeta y asuman su papel protagónico.

Resulta y resalta que no hay un camino fácil para construir la paz, pero sí hay uno claro: la responsabilidad compartida. La seguridad pública es un derecho fundamental que debe ser garantizado por el Estado en su conjunto. Los gobernadores tienen la oportunidad, y la obligación, de demostrar que están a la altura de este desafío histórico.

Como ciudadanos, debemos exigir a nuestros gobernantes que no den la espalda a esta tarea. La seguridad no debe ser rehén de disputas políticas ni de intereses particulares. Es un tema que nos involucra a todos, y que sólo puede resolverse con el compromiso, el trabajo y la voluntad de quienes tienen en sus manos la responsabilidad de protegernos.

Porque al final del día, la seguridad no es un tema de discursos o promesas. Es una realidad que se construye con acciones concretas y con la participación activa de todos los actores involucrados. Gobernar es asumir responsabilidades, y en el tema de la seguridad, no hay espacio para la indiferencia ni para eludir el deber.

Por eso somos los rompenueces.

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