Pos, ¿qué creen? La reciente operación de extradición de 29 capos del narcotráfico a Estados Unidos marca un antes y un después en la cooperación internacional entre México y el vecino del norte, reflejando un esfuerzo renovado en la lucha contra el crimen organizado.
Esta acción, ejecutada con precisión quirúrgica y hermetismo, deja claro que ambos países, a pesar de sus diferencias y retos, están dispuestos a tomar medidas más contundentes para erradicar una amenaza común que ha dejado cicatrices profundas en sus sociedades.
Entre los extraditados se encuentran figuras de la talla de Rafael Caro Quintero, quien, además de su historial criminal, es uno de los fugitivos más emblemáticos de la DEA, y cuya captura había sido una demanda urgente de las autoridades estadounidenses durante más de cuatro décadas. Un criminal que le hizo mucho daño al país y a Estados Unidos.
A su lado, se encuentran los hermanos Treviño Morales, líderes de Los Zetas, conocidos por su brutalidad en masacres y actividades criminales a lo largo del país; Antonio Oseguera Cervantes, quien conecta al Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) con la operatividad criminal de alto nivel; y Vicente Carrillo Leyva, una pieza clave del cártel de Juárez. Este movimiento demuestra que no solo se está trabajando en desmantelar cárteles, sino en despojarles de las cabezas visibles que han operado con impunidad por años.
La operación, bendita dicen algunos, por aquellos que se fueron algunos demonios de México, que requirió el desplazamiento de aeronaves y una coordinación interinstitucional entre diversas dependencias de seguridad, no solo resalta la capacidad de las autoridades mexicanas para ejecutar este tipo de acciones, sino también la relevancia del intercambio de información y el trabajo conjunto con el gobierno de Estados Unidos. Las recientes designaciones de organizaciones mexicanas como «terroristas» por parte del Departamento de Justicia de EE. UU. subrayan la seriedad con la que ambos países están enfrentando este fenómeno.
Este esfuerzo conjunto no se limita a un simple intercambio de delincuentes. Es una muestra palpable de que, si bien la lucha contra el narcotráfico es compleja y de largo plazo, ambos gobiernos parecen haber alcanzado un acuerdo tácito para actuar con contundencia y sin titubeos. Aunque no faltan voces críticas que mencionan que se trata de una respuesta ante presiones internacionales o un intento por mejorar las relaciones bilaterales, la realidad es que este operativo demuestra un compromiso real con los acuerdos mutuos y, sobre todo, con la justicia.
Cabe señalar que, si bien la extradición está vedada en México para casos que impliquen la pena de muerte, el traslado de estos criminales no solo refleja el deseo de llevarlos a juicio, sino también de poner fin a décadas de impunidad. A la vez, se envía un mensaje claro a las organizaciones delictivas: el combate no se detendrá, y las autoridades están dispuestas a emplear todos los medios necesarios para desmantelar las estructuras del narcotráfico.
Resulta y resalta que la respuesta de la Casa Blanca, que celebró la acción de México como una señal de la voluntad de cooperación, no solo se limita a la extradición, sino que también podría abrir la puerta a estrategias más robustas en la lucha contra el crimen transnacional. La posibilidad de un aumento en las sanciones y las acciones conjuntas contra los cárteles, por parte de ambos países, podría ser el siguiente paso hacia una estrategia integral y coordinada.
En definitiva, pues, lo que ha ocurrido es un punto de inflexión, un indicio de que las autoridades de México y Estados Unidos finalmente están dispuestas a trabajar en serio para frenar el avance de los cárteles de droga, que por tantos años han hecho de la violencia y la corrupción su modus operandi. De continuar con esta dinámica de cooperación y acción contundente, será posible que se empiece a escribir el capítulo de una verdadera victoria contra las organizaciones criminales que han socavado la estabilidad de ambos países. Este es, sin duda, el comienzo de una nueva era en la lucha contra el narcotráfico.
