La soberanía como principio irrenunciable

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Pos, ¿qué creen? En tiempos de incertidumbre geopolítica, hay momentos que definen la dignidad y la determinación de un pueblo. El reciente anuncio del gobierno de Estados Unidos de posponer la imposición de aranceles a las exportaciones mexicanas es, sin duda, un respiro para la economía nacional, pero el verdadero triunfo no se encuentra solo en la negociación diplomática, sino en la respuesta del pueblo de México ante el llamado de su Presidenta para defender la soberanía.

Y es que más de 350 mil ciudadanos colmaron ayer el Zócalo de la Ciudad de México en una manifestación pacífica y contundente, dejando claro que la defensa del país no es solo tarea del gobierno, sino un compromiso compartido. Empresarios, trabajadores, líderes políticos y ciudadanos de a pie acudieron al llamado, demostrando que el país está unido cuando se trata de preservar su independencia y su dignidad ante cualquier amenaza externa.

El mensaje de Claudia Sheinbaum fue claro: México no es un país que ceda a presiones o imposiciones unilaterales. La historia nos ha enseñado que nuestra soberanía no es negociable, y así lo reafirmó la multitud que coreó en una sola voz su respaldo al gobierno. En su discurso, la Presidenta recordó que el diálogo y la cooperación seguirán siendo la base de la relación con Estados Unidos, pero nunca a costa de los principios irrenunciables de la nación.

Resulta y resalta que la amenaza de aranceles surgió en un contexto global de tensiones comerciales y políticas. Estados Unidos ha anunciado su intención de imponer tarifas recíprocas a las naciones que gravan sus exportaciones, pero México no se encuentra en esa situación debido a los acuerdos comerciales firmados en las últimas tres décadas. Aun así, el temor de un eventual cambio de postura por parte del gobierno estadounidense generó incertidumbre, y la respuesta del pueblo mexicano no tardó en llegar: la defensa de la soberanía está por encima de cualquier presión económica.

Más allá del acuerdo logrado con Washington, este episodio resalta un aspecto fundamental de la actual administración: la cercanía con el pueblo. La movilización en el Zócalo evidenció que la ciudadanía no está desvinculada de los asuntos internacionales que pueden afectar su bienestar. La unidad y el respaldo popular se convirtieron en un mensaje contundente hacia el exterior: México no está solo y su pueblo está dispuesto a defender lo que le pertenece.

En este contexto, la Presidenta reiteró su disposición a cooperar con Estados Unidos en temas sensibles como el tráfico de fentanilo, una de las principales preocupaciones del gobierno estadounidense. Sin embargo, también dejó claro que la solución a este problema no depende únicamente de México. La responsabilidad es compartida, y es imprescindible que el vecino del norte atienda las causas internas que han llevado a la crisis del consumo de drogas sintéticas y frene el tráfico ilegal de armas que fortalece a los grupos criminales en territorio mexicano.

Pos el respaldo popular a Sheinbaum en este momento crítico no es fortuito. Su liderazgo, basado en la continuidad de la transformación iniciada por su antecesor, ha consolidado una relación estrecha con la ciudadanía. Al igual que Andrés Manuel López Obrador, la Presidenta ha encontrado en la plaza pública el espacio ideal para reafirmar su compromiso con el país. Y la respuesta ha sido inequívoca: el pueblo sigue firme, atento y dispuesto a defender sus derechos y su soberanía.

El episodio también sirvió para recordar que la política exterior no se trata solo de tratados y negociaciones en despachos cerrados; es un reflejo del carácter de una nación. Y México ha demostrado, una vez más, que no se doblega ante amenazas ni cede su independencia a intereses ajenos.

Si bien la crisis de los aranceles parece haber quedado atrás, la advertencia de la Presidenta es clara: el pueblo debe permanecer informado y preparado para reaccionar ante cualquier intento de vulnerar su soberanía. La historia nos ha enseñado que la independencia y la autodeterminación no son concesiones, sino conquistas que deben defenderse día a día.

El futuro inmediato seguirá presentando retos, pero hay algo que ha quedado más que claro: cuando México es llamado a defender su soberanía, su respuesta es inquebrantable. Y esa es, en última instancia, la mayor garantía de que ningún gobierno extranjero podrá decidir el destino de nuestra nación.

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