Pos Alejandro «Alito» Moreno Cárdenas, actual presidente del PRI, no solo ha logrado afianzarse como líder del partido, sino que también ha acumulado una fortuna que muchos consideran inexplicable. En medio de la tormenta que enfrenta el PRI tras los desastrosos resultados en las últimas elecciones, surge un reclamo generalizado hacia Moreno sobre el origen de su riqueza, en particular una mansión en Campeche valuada en 300 millones de pesos.
Líderes y exdirigentes priistas como Dulce María Sauri, Enrique Ochoa y el senador Miguel Ángel Osorio Chong han exigido a Moreno, pues, que aclare cómo obtuvo dicha residencia. Hasta el momento, el dirigente tricolor no ha proporcionado una explicación satisfactoria sobre sus recursos, a pesar de ser investigado por la Fiscalía General de Justicia de Campeche por presuntos delitos de enriquecimiento ilícito y peculado.
Ayer se publicaron imágenes de la opulenta casa de Moreno en Lomas del Castillo, en la capital de Campeche. Sauri ironizó diciendo que quizá Moreno se sacó la lotería, ya que una propiedad de tal magnitud y con acabados lujosos no puede pagarse con un salario de servidor público.
Enrique Ochoa subrayó que Moreno debería ser el primer interesado en aclarar el origen de su patrimonio. “De lo contrario, cabría preguntar si su estilo de vida explica la ambición de quedarse con los casi mil millones de pesos anuales que recibe el PRI”, cuestionó Ochoa.
Y es que Osorio Chong fue más allá, sugiriendo que Moreno se aferra a la presidencia del PRI para protegerse de las investigaciones pendientes. “Hay varios procesos encaminados, y sería bueno que se revisaran estos señalamientos de excesos”, afirmó.
Resulta y resalta, pues, que la extravagancia de la mansión de Moreno refleja, según Osorio Chong, sus pretensiones de aferrarse al cargo para controlar el partido y mantener el fuero que le brinda protección ante las investigaciones. La presión aumenta, y la transparencia en torno a su riqueza se ha convertido en una demanda urgente para el líder priista.
Moreno, ha optado por una respuesta desafiante y acusatoria ante las críticas internas que exigen su dimisión. En un video reciente subido a sus redes sociales, Moreno atacó a sus detractores, afirmando que «quieren un PRI de rodillas a un Gobierno Autoritario». Esta retórica no solo desvía la atención de las preocupaciones legítimas sobre el liderazgo del partido, sino que también profundiza la división interna en un momento crucial.
El priista ha denunciado lo que él llama una “campaña nacional de difamación” dirigida contra él y el partido. Según su narrativa, esta campaña es impulsada por los mismos actores que, según él, han destruido al PRI y buscan ponerlo al servicio del gobierno. Esta postura, aunque retórica, refleja una estrategia de victimización que intenta desviar las críticas legítimas sobre su liderazgo y el desempeño electoral del PRI. Es un intento de consolidar su poder al pintar a los disidentes como traidores.
Hace unos días, en un video de dos minutos, hizo una afirmación al sugerir que las voces críticas dentro del partido están vinculadas al crimen organizado. Esta acusación es grave y sin precedentes, ya que no solo intenta desacreditar a sus opositores, sino que también busca infundir miedo entre los seguidores del partido. Al afirmar que algunos priistas están trabajando a favor del gobierno y están vinculados al crimen organizado, Moreno crea un ambiente de sospecha y división que podría tener consecuencias a largo plazo para la unidad del PRI.
Pos desde que el PRI obtuvo menos del 10% de los votos en las elecciones del pasado 2 de junio, ha habido un creciente clamor dentro del partido para que Moreno dimita. Varios antiguos miembros del partido han expresado públicamente su descontento con su liderazgo y han pedido una renovación. En lugar de abordar estas críticas de manera constructiva, Moreno ha optado por una estrategia de confrontación y acusación, sugiriendo que aquellos que piden su salida son cómplices del crimen organizado y del gobierno.
