Pos, ¿qué creen? El golpe de los aranceles impuestos por Estados Unidos a productos mexicanos ya es palpable. A unos días de su entrada en vigor, el comercio transfronterizo está sufriendo consecuencias severas. En la frontera, la mitad de los camiones de carga está detenida y el número de embarques ha caído hasta un 40% en algunas regiones. Los sectores productivos, desde la industria maquiladora hasta las agroexportaciones, ya resienten los efectos de una política comercial que, lejos de fomentar el intercambio, está generando un estrangulamiento económico.
El presidente de la Cámara Nacional del Autotransporte de Carga (Canacar), Miguel Ángel Martínez Millán, ha explicado que el impacto de la tarifa del 25% sobre las exportaciones ha dejado fuera de circulación a 200 mil vehículos de carga. En estados como Chihuahua, donde la industria maquiladora depende en gran parte del comercio con Estados Unidos, la situación es crítica. Los productos que incorporan componentes extranjeros pagan la tarifa sólo sobre esos insumos, pero aquellos elaborados completamente en México deben asumir el gravamen total. Como resultado, el comercio de manufacturas, productos agropecuarios y dispositivos médicos está en riesgo de colapsar.
Y es que en Tijuana, las cifras son alarmantes. Según datos de la Canacar, los embarques diarios han caído de 2,500 a 1,500 en tan solo unos días. En Ciudad Juárez, 1,200 tractocamiones han dejado de cruzar hacia El Paso, Texas, y el valor de la mercancía varada en esa zona asciende a 104 millones de dólares. En una semana, si esta tendencia sigue, muchas empresas podrían empezar a despedir trabajadores, afectando no solo a los exportadores, sino también a miles de familias que dependen de estos empleos.
Resulta y resalta que ante este panorama, la llamada programada para hoy entre la presidenta electa Claudia Sheinbaum y su homólogo estadounidense, Donald Trump, cobra una relevancia fundamental. El objetivo de la conversación será tratar de encontrar un punto de acuerdo que mitigue los efectos de los aranceles y garantice que el impacto sea menor. La diplomacia mexicana intentará negociar una exención para ciertos sectores o una reducción gradual de las tarifas, pero el resultado es incierto. Conociendo a Trump, cualquier desenlace es posible.
Trump ha demostrado una y otra vez su estilo impredecible en la política internacional. Lo que hoy es un acuerdo, mañana puede convertirse en una amenaza. En su anterior mandato, utilizó los aranceles como herramienta de presión contra México, exigiendo medidas en migración y seguridad a cambio de aliviar las restricciones comerciales. Esta vez, podría intentar algo similar. Sheinbaum tendrá que lidiar con un negociador volátil que ha dejado claro que su prioridad es imponer condiciones, no ceder terreno.
El tiempo es clave. El comercio no puede detenerse indefinidamente. La industria puede resistir unos días, tal vez unas semanas, pero la situación no es sostenible a largo plazo. Las empresas exportadoras ya están evaluando las prácticas que podrían adoptar para enfrentar el golpe, pero muchas, especialmente las pequeñas, no podrán aguantar por mucho tiempo. Si la política arancelaria de Trump se mantiene, las consecuencias para la economía mexicana podrían ser devastadoras.
Hoy, la frontera está en pausa. Las exportaciones están detenidas, los camiones varados y los trabajadores en la incertidumbre. Todos están a la espera de la llamada entre Sheinbaum y Trump, con la esperanza de que el resultado traiga algo de alivio. Sin embargo, hay que prepararse para cualquier escenario. Si algo ha demostrado Trump en el pasado es que, cuando se trata de negociaciones, todo puede cambiar en un instante.
La frontera sigue en vilo. La economía también. Y el reloj sigue corriendo.