Pos el Coordinador de los Diputados de Morena en el Congreso del Estado, Cuauhtémoc Estrada, se la anda jugando chueca a la presidenta del Congreso y compañera de partido, Adriana Terrazas. Para nadie es un secreto, pues, que el legislador se ha quedado con los recursos de las pregorrativas a los que tiene derecho la diputada.
Y es que Estrada actúa contra los principios del partido, porque el mismo presidente Andrés Manuel López Obrador, ha pedido una y otra vez a los miembros de la 4T que no se anden haciendo chanchullo, porque de lo que trata el movimiento social que encabeza es hacer bien y no el mal.
A Estrada se le olvida, pues, que se ha andado por las ramas en cuestiones de jugarle derecho a Terrazas, y que es que al no estar de acuerdo con sus decisiones, la emprendió contra la legisladora. Primero le buscó un proceso interno de bancada para expulsarla, pero cómo no podía, luego le empezo a hacer la vida imposible atacándola en redes sociales y en cuanta entrevista pudo.
La apertura del proceso, que es completamente ilegal, se presentó desde el 14 de septiembre ante la bancada de Morena. Estrada no quería que Terrazas repitiera en la presidencia del Congreso, porque tenía ciertos amarres y muchos intereses, pues, y eso de que las bancadas del PAN, PRI y las representaciones legislativas del PT y MC, votaran a favor de que Adriana se quedara como presidenta por segunda vez, no solo no le gustó, lo enfadó.
El comportamiento de Estrada encuadra perfectamente en violencia política, pero a lo mejor su ignorancia no le ha permitido conocer a fondo de qué se trata esto. Según la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer ((LGAMVLV) de 2007, la violencia política comprende:
“Todas aquellas acciones y omisiones –incluida la tolerancia- que, basadas en elementos de género y dadas en el marco del ejercicio de derechos políticos-electorales, tengan por objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce y/o ejercicio de los derechos políticos o de las prerrogativas inherentes a un cargo público”.
Estrada no ha actuado con violencia física, nomás eso faltaría, pero sí ha ejercido presión psicológica. Lo que hace el Coordinador de los Diputados de Morena en el Congreso, obedece al ejercicio del poder, contra alguien que él considera que es su opositor, aunque no lo sea, y aquí viene algo muy importante que está asentado en el glosario para la igualdad, en Inmujeres, del Gobierno Federal:
“La violencia política puede ser perpetuada por agentes del Estado, colegas de trabajo, partidos políticos o sus representantes y en general cualquier persona o grupo de personas”.
Lo que se ha visto en la campaña de Estrada contra Terrazas obstaculiza la participación de las mujeres, y sin duda, pues, este tipo de violencia merece atención inmediata para consolidar en el país una paridad de género.
En Morena y ha habido varios casos similares, uno de ellos sucedió con la diputada federal Adela Ramos, quien en el Congreso de la Unión, argumentó que su postura crítica ante los libros de Texto Gratuitos no fue bien recibida por los dirigentes de Morena, y por eso inició una denuncia por violencia política por razón de género y discriminación.
En ese caso los líderes de Morena buscaban eliminarla del padrón del partido, oséase una verdadera locura. El presidente Amlo dice una y otra vez en la Mañanera que todos en el partido, en el país en general, son libres, y que no puede haber ese tipo de actitudes.
Hay que recordarle a Estrada, pues que hay instituciones que deben respetarse, el Tribunal Electoral de Chihuahua ordenó que le entregaran las pregorrativas a Terrazas, pero el coordinador morenista está actuando de manera arbitraria, ilegal y sin fundamento jurídico. Se supone que en Morena, ese tipo de acciones no se valen, y menos contra compañeros de partido.
