Pos, ¿qué creen? En el tablero movedizo de la geopolítica, donde las noticias se cruzan con los intereses más oscuros, hay algo que ya no sorprende pero sigue indignando: la insistencia de ciertos medios y agencias conservadoras estadounidenses en manipular la opinión pública. La estrategia es simple y peligrosa: construir narrativas que siembren desconfianza hacia México, hacia su gobierno, y de paso, justificar la vieja obsesión de Washington por intervenir en lo que no le pertenece.
Esta vez, la jugada vino de Reuters, agencia que muchos consideran seria e imparcial, pero que en esta ocasión publicó un reportaje que raya en la propaganda. Según su versión, la CIA habría estado presente en operaciones del Ejército mexicano, específicamente en la captura de Ovidio Guzmán en 2023, entrenando y supervisando a una unidad de élite militar. Una afirmación que la presidenta Claudia Sheinbaum calificó sin titubeos como “absolutamente falsa”.
y es que la mandataria aclaró que no hay agentes de la CIA participando en operativos de las Fuerzas Armadas mexicanas. Lo que existe, y siempre se ha reconocido, es el intercambio de información entre gobiernos. Cuando llega un dato de inteligencia desde Estados Unidos, se comparte con el Gabinete de Seguridad y, tras corroborarlo, son instituciones mexicanas —Sedena, Marina, Guardia Nacional, Fiscalía— las que ejecutan cualquier acción en el territorio. Ningún extranjero manda ni supervisa a nuestras tropas.
Resulta y resalta que el problema no es solo la falsedad de la nota. El verdadero fondo es la intención. ¿Por qué una agencia como Reuters difunde una historia con semejante nivel de insinuación? La respuesta, aunque incómoda, es evidente: porque ciertos sectores mediáticos estadounidenses siguen funcionando como herramientas del trumpismo y de la ultraderecha. Basta recordar que en plena campaña, Donald Trump no pierde oportunidad de colocar a México como villano en su retórica, acusándolo de ser “cómplice” del narcotráfico, o de tener gobiernos “débiles” incapaces de controlar su propio territorio. La narrativa del caos al sur del río Bravo es oro puro para quienes buscan votos a costa del miedo.
No es la primera vez que lo hacen. Años atrás, se habló de supuestas operaciones encubiertas de agencias estadounidenses en México, como si nuestro país fuera un simple patio trasero donde pueden moverse con libertad. Cada vez, el mismo libreto: “fuentes anónimas”, “documentos confidenciales”, “funcionarios retirados”. Nunca pruebas, nunca evidencias sólidas. Lo importante no es la verdad, sino el impacto político que estas notas generan.
¿A quién le sirve que se difunda la idea de que la CIA opera de la mano del Ejército mexicano? A Trump, sin duda, porque refuerza su discurso de que México necesita ser “controlado”. También a las élites conservadoras en ambos países que no soportan ver un gobierno soberano defendiendo su derecho a tomar decisiones sin tutelas extranjeras. El objetivo es doble: debilitar la legitimidad del gobierno mexicano y alimentar la percepción de que Estados Unidos debe “intervenir” para salvarnos de nosotros mismos.
Frente a este escenario, lo importante es no perder de vista que la prensa no es un ente neutral. Hay agencias y medios que, lejos de informar, operan como brazos ideológicos de proyectos políticos. Reuters, en esta ocasión, cayó en ese juego, convirtiéndose en caja de resonancia de un mensaje que suena más a propaganda electoral que a periodismo.
México ha dicho con claridad que la cooperación en seguridad es limitada y basada en el respeto a la soberanía. Y esa es la línea que debe sostenerse. Los intentos por sembrar dudas no son casuales, forman parte de un guion más amplio que pretende hacer ver a nuestro país como rehén de fuerzas externas. El reto para nosotros, como ciudadanos y como país, es no tragarnos la mentira disfrazada de noticia. Porque cuando la manipulación se convierte en costumbre, la verdad termina siendo la primera víctima.
Por eso somos los rompenueces.









