El gancho al hígado a Don Bigotes vino de quien menos lo esperaba

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Pos la decisión del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) de expulsar a Rogelio Ramos Guevara, alias Don Bigotes, presidente saliente de Canaco Juárez, es un paso necesario en la defensa de la integridad y la ética empresarial. La confirmación de que la expulsión se debe a acciones violentas contra Gilberto Cueva, presidente de la comisión de arbitraje, honor y justicia de CANACO, revela la determinación del CCE en enfrentar comportamientos inaceptables dentro de sus filas.

Resulta y resalta, pues, que la violencia en cualquier contexto es inaceptable, y mucho más aún cuando proviene de figuras prominentes en la comunidad empresarial, o que se creen prominentes. El CCE, como organismo representativo del sector empresarial, tenía la responsabilidad de promover valores de respeto, colaboración y ética en todas sus actividades.

La expulsión de Rogelio Ramos Guevara, entonces, envía un mensaje claro de que la violencia no será tolerada ni justificada en ningún nivel de la jerarquía empresarial, eso es lo menos que podían hacer.

Y es que es importante destacar que esta decisión no se tomó a la ligera, porque la votación por mayoría, con el voto en contra de Rogelio González Alcocer, presidente de la Asociación de Hoteles y Moteles, sugiere un proceso deliberativo en el que se consideraron diferentes perspectivas y opiniones. La cohesión en la mayoría de los votos subraya la seriedad con la que se trató este asunto y la firmeza del CCE en aplicar consecuencias a comportamientos que socavan la reputación y la integridad del sector empresarial.

Es crucial que las organizaciones empresariales como el CCE actúen como guardianes de los estándares éticos y de conducta en el mundo empresarial. La expulsión de Rogelio Ramos Guevara demuestra un compromiso con estos principios y establece un precedente claro para futuras acciones disciplinarias contra cualquier forma de comportamiento violento o inapropiado.

Y es que la semana pasada, Ramos la hizo de boxeador y le dejó el ojo morado a Gilberto Cueva, quien con el colmillo que tiene, sabía que si le pedía transparencia a Ramos, reaccionaría como aprendiz de Julio César Chávez. Y pos le dejó un ojo morado al empresario.

Por último, es importante que esta medida no sea percibida como un acto de retaliación política o personal. La expulsión de Ramos Guevara debe ser vista como una acción justificada en respuesta a una violación clara de los principios fundamentales de respeto y colaboración que deben regir las relaciones empresariales.

En resumen, la expulsión de Rogelio Ramos Guevara del CCE es un paso necesario en la preservación de la integridad y la ética empresarial. Es un recordatorio de que la violencia no tiene cabida en el mundo de los negocios y de que el CCE está comprometido en mantener altos estándares de conducta en todas sus actividades.

Por eso somos los rompenueces.

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