Pos ha de ser imposible para los pocos panistas que todavía quedan en el país, no indignarse ante la desfachatez del presidente nacional del PAN, Marko Cortés. Su actitud cínica y su incapacidad para asumir la responsabilidad por los pésimos resultados de las pasadas elecciones no tiene nombre.
Y es que en lugar de enfrentarse a la realidad, Cortés opta por desviar la atención con llamados vacíos a los legisladores panistas, instándolos a no venderse. ¿Acaso no se da cuenta de que el país ya cambió y los ciudadanos han dejado de confiar en él y en su liderazgo?
Resulta y resalta que las críticas no provienen solo de la oposición o de los ciudadanos desencantados. El exgobernador de Aguascalientes, Martín Orozco, ha sido uno de los más vocales en su rechazo a Cortés, calificándolo de «mediocre y perdedor».
Orozco ha señalado que a Cortés y a su equipo solo les interesan las posiciones plurinominales y los negocios personales, una acusación que resuena con fuerza tras los desastrosos resultados electorales que han visto a Morena incrementar su presencia territorial y al PAN relegado a un papel secundario.
Desde la llegada de Cortés a la presidencia del PAN, el partido ha perdido la gobernanza en siete estados, pasando de once a solo cuatro. Este declive es una clara señal de su ineptitud y desconexión con las necesidades del pueblo. En el Congreso, la situación es igualmente desalentadora: desplazados por el Partido Verde, el PAN ha sido arrastrado a un vergonzoso tercer lugar.
Orozco denunció ayer la codicia y el egoísmo de Cortés, quien ha asegurado para sí mismo la primera posición plurinominal para el Senado. Esta acción solo confirma lo que muchos ya sospechaban: Cortés está más interesado en su propio futuro político que en el bienestar del partido y del país. Es un perdedor y un mediocre, como bien lo describió Orozco.
La insistencia de Cortés en pedir a los legisladores que no se dejen comprar por la 4T suena hueca y desesperada. En un contexto donde Morena y sus aliados podrían obtener la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, Cortés parece más preocupado por mantener un equilibrio ficticio que por reconstruir un partido que realmente represente a los ciudadanos.
Pos es que el PAN necesita un cambio urgente de liderazgo, alguien que no esté atado a intereses económicos ni a su propia ambición. Los panistas deben cerrar filas y apoyar a un candidato comprometido con los principios del partido y con México, alguien que pueda devolver la confianza y la esperanza a los votantes.
Marko Cortés, pues, ha demostrado ser incapaz de liderar al PAN hacia un futuro prometedor. Su tiempo ha pasado, y es hora de que dé un paso al costado por el bien del partido y del país. Los ciudadanos merecen un PAN fuerte y cercano al pueblo, no un refugio para los intereses personales de unos pocos. Es momento de recuperar la dignidad y la integridad que alguna vez definieron a este partido.
Por eso somos los rompenueces.