Pos el Partido Revolucionario Institucional (PRI), una vez el bastión de la política mexicana, parece estar desmoronándose más rápido de lo que muchos podrían haber anticipado. La reciente decisión del Consejo Político Nacional (CPN) de aprobar la elección del Comité Ejecutivo Nacional para el periodo 2024-2028 a través de una Asamblea de Consejeros, encabezada por Alejandro Moreno Cárdenas, ha generado un torbellino de críticas y una inminente guerra interna que podría transformar el panorama político del país.
Con 474 votos a favor, cinco en contra y siete abstenciones, la aprobación fue prácticamente unánime. Sin embargo, la controversia radica en las reformas a los estatutos que permiten la reelección de la actual dirigencia, una movida que muchos consideran un intento de Moreno Cárdenas por consolidar su poder y acallar las voces disidentes.
Y es que en la sesión extraordinaria realizada anoche vía Zoom, se instruyó que la convocatoria incluya estas reformas, destacando la necesidad de observar los cambios aprobados en la XXIV Asamblea Nacional Ordinaria a los documentos básicos y al Código de Ética Partidaria. La narrativa oficial sugiere que estos cambios buscan regular la vida interna del partido, pero muchos críticos ven en ellos una estratagema para perpetuar el control de Moreno Cárdenas.
Rubén Moreira, coordinador del PRI en la Cámara de Diputados, ha desafiado abiertamente a los detractores de Moreno Cárdenas, instándolos a competir en las elecciones internas. Sus palabras, dirigidas a figuras prominentes como Manlio Fabio Beltrones, Dulce María Sauri y Francisco Labastida Ochoa, han añadido combustible al fuego de la discordia interna.
Moreira, con un tono combativo, cuestionó la legitimidad de las críticas, recordando las fallas pasadas de estos líderes. Sus declaraciones subrayan la profundidad de las divisiones internas, señalando que la «autocrítica» es una necesidad urgente para aquellos que ahora cuestionan la dirección del partido.
Este desafío abierto no es simplemente una cuestión de retórica. La advertencia de Moreira de que los militantes que atenten contra la unidad del partido serán expulsados es una clara señal de que el PRI se dirige hacia una confrontación interna sin precedentes. Las facciones dentro del partido están alineándose para una batalla que podría resultar en la fractura definitiva del PRI y la posible formación de un nuevo partido político.
La narrativa de un «piso parejo» en estas elecciones internas es vista con escepticismo por muchos dentro y fuera del PRI. Las promesas de equidad en un partido conocido por sus maniobras políticas internas son difíciles de creer, especialmente cuando la reelección de la dirigencia actual parece ser el objetivo final.
El PRI está en una encrucijada histórica. La decisión de permitir la reelección de Alejandro Moreno ha precipitado una crisis que podría llevar a la desintegración del partido tal como lo conocemos. La guerra interna que se avecina tiene el potencial de redefinir el futuro político de México, con nuevas alianzas y la posible creación de un nuevo partido emergiendo de las cenizas del viejo PRI.
En un momento de incertidumbre y cambio, una cosa es segura: el PRI, bajo la dirección de Alejandro Moreno, está enfrentando su desafío más grande hasta la fecha. La capacidad del partido para sobrevivir a esta tormenta dependerá de su habilidad para reconciliar sus divisiones internas y encontrar un camino hacia adelante que honre su legado mientras se adapta a las realidades políticas del presente.