Pos en el panorama político de Juárez, la candidatura de Rogelio Loya Luna por el Frente Amplio por México (PAN, PRI y PRD) será recordada como una lección amarga para el Partido Acción Nacional.
Y es que la contienda electoral del pasado 2 de junio reveló no solo una derrota contundente, sino también un profundo vacío en la campaña de Loya, marcada por la ausencia de propuestas claras y una falta de liderazgo que dejó al blanquiazul sumido en el fracaso.
Desde el inicio de su campaña, Loya nunca articuló una propuesta completa y coherente. En lugar de ofrecer una visión sólida y atractiva para los juarenses, su discurso se mantuvo en generalidades y promesas vagas.
La oportunidad de presentar un proyecto alternativo se desvaneció en un mar de palabras vacías, lo que evidenció una desconexión con las verdaderas necesidades y aspiraciones de los ciudadanos.
Su mensaje postelectoral, publicado en su página oficial, es una triste confirmación de esta desconexión. Agradecer a Dios, a su familia y a su equipo de trabajo es un gesto comprensible en lo personal, pero en lo político, se esperaba más, dijeron los panistas.
Loya admitió que los juarenses optaron mayoritariamente por continuar con el gobierno actual, sin cuestionar las razones de su propia falta de atractivo electoral. Es como si la derrota lo hubiera tomado por sorpresa, a pesar de ser evidente desde los primeros resultados preliminares. Algunos aseguraban que solo él pensaba que iba a ganar.
Loya Luna ocupó un lugar que nunca debió haber ocupado como candidato. Su participación en estas elecciones aparte de representarle una pérdida de tiempo y recursos, debilitó aún más la posición del PAN en Ciudad Juárez. Su campaña no movilizó a los votantes indecisos ni a aquellos pocos descontentos con el gobierno actual; en cambio, dejó al partido más fragmentado y desorientado que antes.
El comunicado de prensa del comité de campaña, difundido ayer, en el que se reconoce la derrota y se promete una revisión exhaustiva de las actas, es un intento tardío y fútil de mostrar un compromiso con la democracia.
Es irónico que, después de una campaña tan carente de sustancia, ahora pretendan aparecer como los guardianes del sistema democrático, un sistema que ni siquiera parecía que conocían. La revisión de las actas, aunque importante, no cambiará el resultado de una elección que ya ha dejado claro el veredicto del pueblo: Rogelio Loya y su equipo no estaban a la altura del desafío y Cruz Pérez Cuéllar, su compadre, fue muy superior, hasta en el carisma, pues.
El resultado, ya lo habíamos dicho, podría ser el inicio de la carrera de Pérez Cuéllar por la gubernatura, y todo parece indicar que el gallo número uno de Morena para ese cometido que se viene en 3 años.
Por eso somos los rompenueces.
