Pos el caso de Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública de México, continúa sacudiendo las bases del panorama político y judicial del país. Ahora que su intento de obtener un nuevo juicio ha sido rechazado, surge una pregunta fundamental: ¿qué implicaciones podría tener este fallo para el expresidente Felipe Calderón, durante cuyo sexenio García Luna desempeñó un papel crucial en la llamada «guerra contra el narcotráfico»?
Resulta y resalta que es innegable que García Luna fue una figura central en la estrategia de seguridad de Calderón, una estrategia que resultó en una escalada de violencia sin precedentes, particularmente en regiones como Ciudad Juárez. Entre 2008 y 2011, esta ciudad fronteriza se convirtió en un campo de batalla entre los cárteles de la droga, con el Cártel de Sinaloa aparentemente favorecido por las fuerzas federales. La supuesta protección del gobierno a este grupo criminal es una sombra que ha perseguido tanto a García Luna como a Calderón.
Y es que la negativa del Juez Brian Cogan a conceder un nuevo juicio a García Luna deja al exfuncionario con pocas opciones. Una de las más factibles sería colaborar con las autoridades estadounidenses y convertirse en testigo cooperante. Este movimiento podría desencadenar una serie de nuevas investigaciones que no solo alcanzarían a otros funcionarios, sino que también podrían salpicar al propio Calderón. Aunque hasta ahora no se han presentado pruebas directas que impliquen al expresidente, la posibilidad de que García Luna ofrezca información comprometedora ha generado una gran expectación.
La «guerra contra el narco» de Calderón, en la que Ciudad Juárez fue uno de los epicentros, dejó un saldo devastador: miles de muertos, una sociedad traumatizada, y una economía local gravemente afectada. Es en este contexto donde la figura de García Luna cobra mayor relevancia, no solo por su papel operativo, sino también por las acusaciones de colusión con el narcotráfico que ahora enfrenta.
Felipe Calderón, por su parte, ha mantenido que desconocía cualquier actividad ilícita por parte de su excolaborador. Sin embargo, su silencio durante los años de mayor actividad de García Luna, y su posterior defensa pública tras la detención de éste, han sido interpretados por algunos como signos de una posible complicidad.
Si García Luna decide colaborar y proporcionar información que vincule directamente a Calderón con actividades ilícitas, las repercusiones podrían ser monumentales. No solo se pondría en jaque la reputación del expresidente, sino que también se abriría un nuevo capítulo en la historia de la lucha contra el narcotráfico en México, uno que podría revelar la complejidad y la profundidad de la corrupción que ha permeado las instituciones del país.
El caso García Luna sigue siendo una bomba de tiempo para la política mexicana. Mientras tanto, Ciudad Juárez y otras regiones que sufrieron los estragos de la guerra contra el narco esperan con ansias que se haga justicia y que, finalmente, se esclarezca toda la verdad detrás de una de las etapas más oscuras de la historia reciente del país.
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