Pos por años, las familias mexicanas sufrieron el impacto de los llamados «gasolinazos», un fenómeno que se volvió sinónimo de los gobiernos del PRI y del PAN. El costo de la gasolina, un recurso esencial para la economía diaria, se disparó durante los sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, con aumentos del 22.9% y 42.8%, respectivamente. Estos incrementos golpearon directamente el bolsillo de millones de mexicanos, quienes tuvieron que ajustar sus presupuestos ante un producto que parecía inalcanzable. Hoy, bajo los gobiernos de la Cuarta Transformación, esta historia comienza a reescribirse.
El pasado viernes, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo reafirmó el compromiso del movimiento que encabeza: proteger la economía de las familias mexicanas. En una conferencia matutina en Palacio Nacional, acompañada por el titular de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), César Iván Escalante Ruiz, presentó un análisis que revela cómo los gobiernos de la 4T han logrado lo que para muchos era impensable: reducir el precio de la gasolina en términos reales.
Y es que según el reporte presentado, desde el inicio del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el precio promedio de la gasolina regular disminuyó un 5.2% en términos reales. Esto contrasta drásticamente con las administraciones anteriores, donde los aumentos eran la norma. Además, durante los primeros meses del mandato de Sheinbaum, este precio registró una caída adicional del 0.4%, cumpliendo así con la promesa de no incrementar los costos para los ciudadanos.
El impacto de estas medidas trasciende las cifras. Representa un alivio tangible para las familias, que ahora pueden destinar esos recursos a otras necesidades básicas. Además, según destacó Escalante Ruiz, el precio del combustible en México se encuentra por debajo del de países como Sudáfrica, España, Reino Unido, Alemania y Francia. Esto demuestra que es posible priorizar la economía popular sin descuidar la sostenibilidad del sector energético.
Sin embargo, los retos persisten. La presidenta Sheinbaum enfatizó la importancia de combatir las prácticas abusivas de algunas gasolineras, que, de manera injustificada, han elevado sus precios a niveles de hasta 28 o 29 pesos por litro. En respuesta, Profeco intensificará los monitoreos y colocará sellos de advertencia en aquellas estaciones que excedan los márgenes razonables de ganancia. Este tipo de medidas busca proteger a los consumidores y enviar un mensaje claro: no se tolerarán abusos.
Resulta y resalta que el ejemplo más claro de estas acciones se encuentra en casos como la gasolinera Petroceven en San Pedro Garza García, que cobra 4.97 pesos adicionales por litro, y la estación Móvil en Monterrey, con una ganancia extra de 4.75 pesos. Estas prácticas no solo afectan a los consumidores locales, sino que también empañan el esfuerzo colectivo por mantener una economía justa.
Lo que diferencia a la 4T de sus predecesores es su enfoque en el bienestar colectivo. Bajo las administraciones anteriores, el aumento desmedido de los precios de la gasolina fue justificado como una medida necesaria para equilibrar las finanzas públicas. Pero la realidad mostró que estos incrementos solo beneficiaron a unos pocos, mientras millones de mexicanos pagaban el precio de estas políticas. Hoy, ese paradigma ha cambiado. El compromiso de no incrementar los precios de la gasolina en términos reales es una prueba de que es posible gobernar con una visión centrada en las necesidades de la gente.
Desde 2019, los precios de las gasolinas y el diésel se han mantenido por debajo de la inflación acumulada, logrando incluso una disminución real del 11.03% en el caso del diésel. Este logro no es fortuito; es el resultado de una política pública que combina eficiencia, transparencia y un genuino compromiso social.
El mensaje es claro: la Cuarta Transformación sigue siendo un escudo para los mexicanos ante los abusos del pasado. Con medidas concretas y un liderazgo comprometido, se está construyendo un país donde el bienestar de las mayorías es la prioridad. Porque, al final, el verdadero progreso no se mide en grandes discursos, sino en acciones que transforman vidas.
Por eso somos los rompenueces.