Pos, ¿qué creen? El 2 de abril será recordado como el día en que la economía de Norteamérica se puso de rodillas, todo por la obstinación de Donald Trump. La imposición de aranceles del 25% al acero y al aluminio por parte del expresidente republicano no solo sacudirá a los mercados, sino que también llevará a México, Estados Unidos y Canadá a una recesión inminente.
Resulta y resalta que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) lo advirtió con claridad: estas medidas proteccionistas ahogarán el crecimiento económico en la región, dispararán la inflación y reducirán el poder adquisitivo de los hogares. Es decir, justo lo contrario de lo que el populismo trumpista vende como una defensa del trabajador estadounidense.
Si bien Estados Unidos verá caer su crecimiento al 2.2% este año y al 1.6% en 2026, la mayor víctima de esta política será México. La OCDE estima que la economía mexicana sufrirá una contracción del 1.3% este año y del 0.6% el próximo. En otras palabras, lo que iba a ser un año de crecimiento económico moderado se convertirá en una crisis económica provocada desde la Casa Blanca.
Canadá tampoco se salvará. Su crecimiento se reducirá al 0.7% este año y el próximo, una cifra muy por debajo del 2% que se proyectaba antes de que Trump decidiera encender la hoguera del proteccionismo. Con la incertidumbre sobre el comercio transfronterizo y las cadenas de suministro afectadas, las empresas canadienses se verán obligadas a reducir sus inversiones y recortar empleos.
Trump, desde su famoso Air Force One, insiste en que no habrá excepciones ni exenciones para estos aranceles, alegando que fortalecerán la industria estadounidense. Sin embargo, la historia y la economía han demostrado una y otra vez que los aranceles no solo encarecen los productos nacionales, sino que además terminan perjudicando a las mismas empresas y trabajadores que dicen proteger.
El costo de los productos manufacturados subirá. Las automotrices, una de las industrias más afectadas, tendrán que elegir entre trasladar esos costos a los consumidores o reducir su producción. ¿El resultado? Menos ventas, más desempleo y una economía aún más frágil.
El efecto inflacionario será inmediato. Con aranceles más altos, las empresas enfrentarán costos de producción elevados, lo que se reflejará en aumentos de precios para los consumidores. La OCDE ya proyecta que la inflación mundial se acelerará en un 0.4% anual, y en Norteamérica el impacto será aún mayor. Esto deja a la Reserva Federal de Estados Unidos y al Banco de México en una encrucijada: si intentan contener la inflación con tasas de interés más altas, terminarán de frenar el crecimiento económico y agravarán la recesión.
No hay que olvidar que esto no se trata de una guerra comercial entre potencias económicas separadas por océanos. México, Estados Unidos y Canadá son parte de una misma estructura comercial integrada, en la que las piezas de un automóvil ensamblado en Detroit pueden haber cruzado la frontera varias veces antes de llegar al consumidor final. Encadenar las economías con barreras arancelarias es un suicidio económico que afectará a todos por igual.
Y mientras tanto, el resto del mundo sigue adelante. China, con una estrategia de diversificación económica, seguirá avanzando. La Unión Europea, aunque con un crecimiento moderado, logrará mantenerse estable. Pero en Norteamérica, en lugar de mirar hacia el futuro, Trump nos arrastra hacia un pasado de proteccionismo y autodestrucción.
A menos de un año de las elecciones en Estados Unidos, la pregunta es: ¿serán los votantes lo suficientemente conscientes para entender que este camino los lleva al desastre? La historia nos dice que las guerras comerciales suelen terminar mal para quienes las inician. En este caso, Trump no solo está llevando a su país a la recesión, sino que está arrastrando consigo a toda la región.
El 2 de abril marcará el inicio de una nueva crisis económica en Norteamérica. Una crisis que pudo haberse evitado, pero que sucederá por la necedad de un hombre obsesionado con el proteccionismo. ¿Cuánto tiempo tardaremos en recuperarnos? Eso dependerá de qué tan rápido el mundo, y los mismos estadounidenses, decidan dejar atrás el error de Trump.
