Pos el reciente resultado electoral ha confirmado lo que muchos anticipaban: Morena y sus aliados han alcanzado una mayoría significativa en la Cámara de Diputados, una posición de fuerza que les permitirá avanzar en reformas estructurales que, según ellos, el país requiere. Esta es, sin duda, una situación histórica en México, donde un partido de izquierda logra consolidar tal poder, algo que no se había visto en décadas.
Y es que la aprobación por parte del Instituto Nacional Electoral (INE) de la asignación de legisladores de representación proporcional ha sido el último paso en la confirmación de este escenario. Morena, junto con el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), ha obtenido un control casi absoluto en la Cámara de Diputados, quedando apenas a tres escaños de alcanzar la mayoría calificada en el Senado. Esta composición legislativa coloca a la Cuarta Transformación en una posición privilegiada para impulsar cambios constitucionales, que requieren de mayorías calificadas, algo que ha sido un desafío para los gobiernos anteriores.
Pero, ¿qué significa realmente esta mayoría para México? En términos simples, Morena tiene la capacidad de realizar reformas profundas en áreas clave como la energía, la educación, la justicia y la economía, sin la necesidad de buscar apoyo significativo fuera de su coalición. Este poder es una herramienta de doble filo. Por un lado, ofrece la oportunidad de llevar a cabo cambios que, según sus líderes, son necesarios para el desarrollo del país. Por otro, representa un desafío democrático: la tentación de utilizar este poder para avanzar una agenda sin consenso amplio podría generar divisiones profundas en la sociedad.
Históricamente, las mayorías tan abrumadoras en los congresos han sido vistas con recelo, ya que tienden a erosionar los contrapesos necesarios en una democracia. La experiencia internacional nos enseña que, aunque una mayoría puede facilitar la gobernabilidad a corto plazo, también puede llevar a un debilitamiento de las instituciones democráticas si no se maneja con cuidado.
En este contexto, la oposición se enfrenta a un reto monumental. Con una representación minoritaria en ambas cámaras, los partidos opositores deberán ser más inteligentes y estratégicos que nunca si quieren mantenerse relevantes y, eventualmente, recuperar el terreno perdido. Esto no solo implica oponerse a las reformas propuestas por Morena, sino también presentar alternativas viables y creíbles que resuenen con la ciudadanía. La política de la confrontación sin propuestas ya no será suficiente; la oposición deberá reinventarse y adaptarse a esta nueva realidad.
Por su parte, el discurso de la oposición, que ha calificado la asignación de escaños a Morena y sus aliados como un «fraude a la Constitución», refleja la desesperación y frustración de quienes ven cómo se les escapa el poder legislativo. Sin embargo, este tipo de retórica, aunque comprensible desde una perspectiva partidista, no ayuda a fortalecer la democracia. Es crucial que la oposición asuma su rol con responsabilidad, centrando sus esfuerzos en construir un diálogo constructivo y en la defensa de los principios democráticos.
Resulta y resalta que la crítica sobre la sobrerrepresentación y la transferencia de votos en favor de la 4T es un tema que, aunque relevante, no debe desviar la atención de lo que realmente está en juego: el futuro del país. El INE ha dejado claro que su actuación está basada en lo que dicta la Constitución y el marco normativo vigente. Por lo tanto, cualquier debate sobre la legitimidad de la mayoría de Morena debe centrarse en cómo se utiliza ese poder, más que en su origen.
La mayoría obtenida por Morena es, pues, una oportunidad histórica para el partido y para el país. Pero esta oportunidad viene con grandes responsabilidades. La historia juzgará si esta mayoría se utilizó para construir un México más justo y próspero, o si, por el contrario, se desperdició en la imposición de una agenda que no contó con el respaldo de todos los sectores de la sociedad. La oposición, por su parte, tiene la tarea de adaptarse y de encontrar su voz en este nuevo panorama político. Su éxito o fracaso determinará, en gran medida, el equilibrio de poder en los años por venir.