Pos el presidente Joe Biden ha dado un vuelco a la carrera electoral en Estados Unidos. Tras insistir ferozmente durante semanas que mantendría su candidatura a la presidencia por el Partido Demócrata, ayer finalmente cedió ante la presión y renunció a postularse el próximo 5 de noviembre.
Resulta y resalta que este sorpresivo giro ha dejado a muchos analistas políticos y ciudadanos preguntándose sobre las implicaciones de esta decisión para la actual vicepresidenta, Kamala Harris, los demócratas y, por supuesto, para el candidato republicano y expresidente, Donald Trump.
El respaldo de Biden a Harris ha dado un enorme impulso a las perspectivas de que ella sea quien lo sustituya en la candidatura demócrata a la presidencia. El mandatario le mostró un apoyo total, afirmando que elegirla como vicepresidenta hace cuatro años fue la mejor decisión que tomó nunca. Harris, por su parte, respondió subrayando que es un honor contar con su respaldo y que hará todo lo posible para ganarse la nominación.
Dicen los que dicen saber en tierras gabachas, que es posible que la mayoría de los demócratas sigan el ejemplo del presidente y se alineen con Harris para evitar un aumento de la incertidumbre que ya existe a menos de un mes de la Convención Nacional Demócrata, que se celebrará entre el 19 y el 22 de agosto en Chicago. Existen razones prácticas y políticas para hacerlo. Harris es la siguiente en la línea constitucional de sucesión y pasar por alto a la primera mujer negra aspirante a la candidatura presidencial podría ser terrible para el partido. Además, ella tendría acceso inmediato a los casi 100 millones de dólares recaudados hasta el momento para la campaña.
Sin embargo, también hay riesgos. Las encuestas de opinión pública muestran que los índices de aprobación de Harris son casi tan bajos como los de Biden, y adelantan que en un cara a cara con Donald Trump tendría las mismas oportunidades que el ahora presidente. Harris ha tenido momentos difíciles como vicepresidenta, especialmente en relación con la crisis migratoria en la frontera entre Estados Unidos y México, donde una serie de errores y declaraciones equivocadas la expusieron a críticas. Aunque ha manejado con efectividad la cuestión del derecho al aborto, la primera impresión de su desempeño aún persiste.
Y es que no se puede ignorar que Harris ya aspiró a la candidatura demócrata en 2020 y tropezó. Una combinación de entrevistas fallidas, la falta de una visión claramente definida y una campaña mal gestionada hicieron que renunciara incluso antes de las primeras primarias. Optar por Harris es un riesgo para los demócratas, pero a estas alturas no hay opciones seguras. Y para los miembros del partido, lo que está en juego —una posible victoria de Donald Trump— es mucho.
Durante el último medio siglo, las convenciones políticas se han convertido en eventos algo monótonos, planificados al detalle para la televisión y transformados en largos comerciales de varios días para promocionar al candidato presidencial. Así fue la convención republicana de la semana pasada, incluso con el discurso de aceptación de candidatura de Donald Trump, que fue demasiado largo y en ocasiones divagante.
La convención demócrata del próximo mes en Chicago promete ser muy diferente. Cualquier guion en el que estuvieran trabajando hasta ahora el partido y la campaña de Biden ha quedado desechado. Incluso si el partido se alinea en torno a Kamala Harris, será difícil planificar —y controlar— cómo se desarrollarán los eventos en la convención. Y si Harris no logra unir al partido, la convención podría convertirse en un “todos contra todos” con varios candidatos compitiendo por la nominación frente a las cámaras y a puerta cerrada.
Este escenario plantea una nueva contienda que parecía estar ya ganada de antemano por Trump. Podríamos asistir a un fascinante e impredecible teatro político en vivo, algo que nunca antes ha presenciado el público estadounidense. La renuncia de Biden no solo ha sacudido al Partido Demócrata, sino que también ha abierto una puerta que parecía estar cerrada para Donald Trump, quien ahora se encuentra con una oportunidad renovada de regresar a la Casa Blanca.