Pos, ¿qué creen? El retiro de la iniciativa de reforma a la Ley del ISSSTE debería haber sido el punto final a las movilizaciones del magisterio. Sin embargo, los maestros continúan en las calles, lo que nos obliga a preguntarnos: ¿se trata de una protesta legítima o de una manipulación política orquestada por líderes que buscan cuotas de poder?
La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha sido clara en su postura: la iniciativa se retiró “para evitar cualquier confusión” y, al mismo tiempo, se anunciaron medidas para mejorar las condiciones de los maestros. Se congeló el incremento en la edad de jubilación, se estableció un programa para condonar o reducir las deudas del Fovissste y se planteó un esquema de foros abiertos en cada escuela para discutir el sistema de promoción docente.
No obstante, pues, a pesar de estas concesiones, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) mantiene su postura de lucha, alimentando la incertidumbre sobre las verdaderas razones de la movilización.
Cabe preguntarse si el magisterio está siendo utilizado como carne de cañón en una batalla política. Es innegable que, históricamente, algunos líderes sindicales han usado a los maestros como una herramienta de presión para obtener beneficios personales o acceder a posiciones dentro del gobierno. No es la primera vez que vemos cómo las movilizaciones se prolongan incluso después de que se han atendido sus principales demandas, lo que sugiere que el verdadero objetivo no es la mejora de las condiciones laborales, sino la obtención de poder y control sobre la agenda educativa.
Y es que el magisterio es una fuerza social clave en México, y su papel en la formación de futuras generaciones es incuestionable. Sin embargo, también es necesario que los docentes reflexionen sobre quiénes están liderando su lucha y cuáles son las verdaderas intenciones detrás de su movimiento. Defender derechos laborales es legítimo, pero permitir que una causa justa sea secuestrada por intereses políticos es un error que puede costarles credibilidad y respaldo social.
El gobierno ha reiterado su compromiso con la educación y con los derechos de los maestros. No se ejercerá represión contra sus movilizaciones y se mantendrá el diálogo abierto. Sin embargo, la pregunta sigue en el aire: si ya se han logrado avances significativos, ¿por qué continúan las protestas? La respuesta parece estar en los intereses de algunos dirigentes que buscan influir en el próximo reacomodo político.
Los maestros deben preguntarse si realmente están luchando por sus derechos o si están siendo utilizados en un juego de poder donde los únicos beneficiados serán quienes buscan cuotas de gobierno y no mejoras en las condiciones laborales. La educación merece una lucha auténtica, no una manipulada por intereses ajenos a su verdadero propósito.
Por eso somos los rompenueces.