Pos tal y como se los adelantamos la semana pasada, el viernes la gobernadora Maru Campos se fue a la Sierra a realizar una gira de trabajo, justo cuando andaba por cumplirse un año del lamentable asesinato de los sacerdotes jesuitas en Cerocahui, Urique.
Ahí, vestida de pantalón de mezclilla, calzado blanco y una chambrita de color rosa, inauguró un bodegón convertido en Centro de Recuperación Nutricional y Albergue Materno, y luego anduvo dando discursos en reuniones con alcaldes de la región, la Mesa de Seguridad y terminó con una feria de servicios de salud más chafa, pues, que sus aseveraciones de que el Gobierno del Estado estaba poniendo todo su esfuerzo para mejorar la situación por aquellos lares a los que fue a pasearse.
Después vino el quiúbole qué contra la Federación y le salió la jiribilla, como lo habíamos anticipado, pues. Las organizaciones civiles, líderes religiosos y los jefes comunitarios le pidieron más vigilancia de la Policía Estatal para evitar la tala ilegal de los bosques de la zona.
A la primera de cambios que tuvo, aprovechó para decirles a los medios de comunicación que necesitaba más apoyo del Gobierno Federal.
“Hay una tala inmoderada e ilegal de los bosques aquí en Chihuahua, hacemos otra vez un llamado, lo hemos hechos en las mesas de seguridad que tenemos cada semana, necesitamos que el Gobierno Federal le entre al problema de la tala clandestina”, virtió la góber a los reporteros que la andaban acompañando.
Maru Campos, conocida como la “Gobernadora de los Cielos”, por sus constantes viajes, expresó que el olvido en que se dejó a la Sierra por muchos años, ha generado pobreza y conflictos de distinta índole y que han impactado a toda la población, nada que no sepamos.
Pos lo que a la mandataria se le olvidó decir es que esos “muchos años” a los que se refiere, estuvieron al frente sus aliados políticos, los priistas, entregados en esa zona al crimen organizado que colocaban a alcaldes afines a los cárteles que operan en esa parte de Chihuahua.
Ahí los picudos con el narco son los prianistas, pero de eso no dijo ni pio doña María Eugenia. Javier Corral y Enrique Peña Nieto anduvieron aventándose la pelotita, el primero disminuyendo los recursos destinados para combatir la pobreza en la Sierra con el choro de que el estado estaba endedudado, reclamándole al priista el olvido de la Federación, y el segundo se la pasó diciendo que no condicionaba la entrega de recursos a Chihuahua, pero no hacía nada.
La gobernadora no le entra de lleno a la bronca, pos ella sabe que cinco municipios de la Sierra Tarahumara encabezan la lista de desigualdad en Chihuahua, según informó hace dos meses el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Esas poblaciones, pues, son Batopilas, Guazaparez, Balleza, Bocoyna y Guachcohi, controladas por los narcotraficantes que no son molestados por los polis estatales, por cierto.
En estos municipios viven 67 mil personas en situación de vulnerabilidad, y en Batopilas, que es el municipio con el mayor índice de pobreza en la región, hay de acuerdo con el Inegi, 11 mil 723 habitantes, de los cuales 10 mil 810, oseáse el 92.2 por ciento de la población, batallan para conseguir el alimento de cada día.
Pos a la gobernadora se le olvida que también los pobres y marginados son chihuahuenses y debería estar haciendo algo para combatir el problema, llevando desarrollo, educación y salud, pero pos no lo hace, y quiere echar la culpa de todo a la Federación. La principal responsable del estado es ella, no la Federación.