Redacción
Las chispas saltan cuando el láser corta una pieza de metal en una fábrica de México, que se prepara para una ola de inversiones extranjeras gracias a las crecientes tensiones entre Estados Unidos y China.
Las fricciones geopolíticas y los problemas en la cadena de suministro durante la pandemia de Covid-19 llevaron a más empresas a acercar geográficamente sus operaciones de manufactura a la mayor economía mundial.
El año pasado, México sustituyó a China como principal fuente de las importaciones estadounidenses, reflejo de una tendencia que se conoce como nearshoring, la transferencia de una parte de la producción a otro destino, cercano al mercado final.
México vive un «boom» de este fenómeno, de acuerdo con Humberto Martínez, presidente del Consejo Nacional de la Industria Maquiladora y Manufacturera de Exportación (INDEX), que por estos días mantiene reuniones con inversores extranjeros, algunos de Asia y Oriente Medio.
Su organización espera que este año se inviertan unos 9,000 millones de dólares del extranjero en la industria manufacturera de exportación de México, en lo que implicaría, asegura, «un nuevo orden económico mundial».
Mano de obra menos costosa, incentivos fiscales y el tratado de libre comercio entre los países de América del Norte, vigente desde 1994 y remozado en 2020 para convertirse en el T-MEC, atraen desde hace años a empresas al sur de la frontera estadounidense.
El temor actual de una «Guerra Fría» entre Estados Unidos y China ha tornado aún más atractivo a México, que se espera elija a su primera presidenta mujer en las elecciones del 2 de junio.