La trata de personas constituye un delito y una problemática social, presente en la vida del país y diría de la Humanidad desde hace mucho tiempo. Internet y las redes sociales, los dos años de confinamiento de la pandemia de covid-19, provocaron un incremento en este delito. Hablar de Trata de Personas es hablar de una amplia gama de modalidades. La trata con fines de explotación sexual, laboral, trabajo domésticos, mendicidad y robo de órganos.
En los estados de Puebla y Tlaxcala este fenómeno adquirió características especiales. Hay estudios sólidos y muy interesantes al respecto. Uno de estos estudios es la tesis de Óscar Montiel Torres, maestro en Antropología Social del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social de la Ciudad de México (CDMX), en 2007.
¿Dónde y cómo nacieron los padrotes en Tlaxcala y Puebla? El problema, como lo conocemos, inició en los años setenta del siglo pasado. Fue consecuencia de dos procesos socioeconómicos. El primero, la quiebra de empresas textiles asentadas en 20 municipios de la zona limítrofe entre Puebla y Tlaxcala. El segundo, el proceso de migración de esos municipios poblanos y tlaxcaltecas a la CDMX.
Los hombres se asentaron en las zonas marginadas y limítrofes de la capital y se dedicaron a labores de albañilería o jardinería; las mujeres al trabajo doméstico. Después vino la migración a Estados Unidos. Los primeros padrotes empezaron a prostituir a sus esposas, hijas, familiares o conocidas.
Oscar Montiel explica que: el oficio de padrote puede ser definido como una práctica, producto de un hábito adquirido dentro de un campo de comercio sexual femenino con fines de explotación construido por varones rurales. Este oficio requiere de un sentido práctico para reclutar mujeres para la prostitución; convencerla por medio de la seducción y el engaño para trabajar como prostitutas; hacer que conciban su cuerpo como una mercancía para explotarlas; colocar a las mujeres en lugares apropiados para que vendan sus servicios sexuales.
No se transmiten el aire, ni tampoco en espacios formales de enseñanza, sino en determinados espacios sociales conformados por la interacción cotidiana, en construcciones apropiadas históricamente por los varones rurales que se inician en el mundo de la prostitución. Todo padrote tiene un maestro, un “padrote machín” que le enseña a moverse.
Este antropólogo cita cómo operan los “padrotes machines”: al final de un partido de fútbol, nos encontrábamos “cheleando” cuando se acercó a nosotros el “Pedro Navajas”. Después de saludarlo nos invitó otra tanda de cervezas y muchas más. Durante su estancia nos relató con lujo de detalle, lo bien que le estaba yendo en Guadalajara, lugar donde trabajan sus cuatro mujeres, como mínimo le estaban dando 10 mil pesos semanales por cada una, entonces al mes eran aproximadamente 200 mil de ganancia, “a una mujer hay que tratarla bien, darle su buen descanso, al menos un día a la semana, consentirlas, hacerla sentir como reinas después de que han trabajado toda la semana, porque tratando bien a las mujeres aseguras que trabajen bien y que no se te larguen”, nos contaba el Pedro Navajas, mientras seguíamos “conbebiendo”.
De esta manera, uno de los factores importantes para acabar con esta problemática, al menos en la modalidad que se presenta en esta región de Tlaxcala y Puebla, es la creación de opciones laborales para los jóvenes, principalmente para las mujeres. Eso pienso yo, ¿usted qué opina?
La política es de bronce.