Pos hoy es el último día completo en que el Andrés Manuel López Obrador será presidente. En su último informe presidencial, AMLO reafirmó en las últimas horas lo que ha sido el pilar de su administración: «Primero los Pobres». Desde el Salón Tesorería de Palacio Nacional, el mandatario no solo celebró los logros obtenidos durante su mandato, sino que dejó claro que su compromiso con los sectores más vulnerables, en especial los pueblos indígenas, no fue solo retórica política, sino una realidad palpable. La promulgación de dos reformas constitucionales, una de ellas enfocada en reivindicar los derechos indígenas, y la otra que fortalece a la Guardia Nacional al integrarla en la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), es el claro reflejo de un presidente que cumplió su promesa.
Acompañado de figuras clave de su gabinete, como el titular de la Sedena, Luis Cresencio Sandoval, y la secretaria de Seguridad Pública, Rosa Icela Rodríguez, López Obrador dejó un mensaje contundente: México ha dado prioridad a los más pobres, a aquellos históricamente olvidados por las administraciones del PAN y el PRI. «Llevamos a la práctica nuestro principio de que por el bien de todos, primero los pobres», declaró el presidente, resumiendo en una frase la esencia de su gobierno.
Y es que a lo largo de su historia, México ha cargado con una deuda histórica hacia sus pueblos indígenas. Desde la Colonia, pasando por los distintos gobiernos liberales y conservadores, y en especial durante los periodos del PRI y el PAN, los indígenas han sido relegados a un segundo plano, convertidos en un símbolo de la cultura nacional solo para fines turísticos y políticos, pero sin recibir las garantías de derechos y bienestar que merecen como ciudadanos plenos de la nación.
El PAN y el PRI, durante sus décadas de gobierno, dejaron una huella de abandono en las comunidades indígenas. En su búsqueda de modernización y desarrollo económico, sus políticas rara vez consideraron las necesidades específicas de estos pueblos. Bajo el PRI, la política indigenista fue poco más que un intento de asimilación cultural, un esfuerzo por «integrar» a los pueblos indígenas al México moderno, lo que, en realidad, significó despojarles de su identidad y recursos. En cuanto al PAN, su enfoque tecnócrata y neoliberal dejó a estos grupos aún más marginados, sin oportunidades reales de progreso ni acceso a los servicios más básicos.
Sin embargo, bajo la administración de AMLO, estos pueblos se convirtieron en el centro de atención. La reforma constitucional que promulga derechos históricos para los pueblos indígenas es un paso gigante hacia la equidad social. Esta reforma, respaldada por el Congreso de la Unión, no es solo un reconocimiento simbólico de sus derechos, sino una promesa de mejorar sus condiciones de vida, acceso a la justicia y participación política. AMLO ha mostrado que las comunidades indígenas no solo son importantes en su retórica, sino que tienen un lugar destacado en su proyecto de nación.
Resulta y resalta que el traslado de la Guardia Nacional a la Sedena fue otra medida destacada durante el último informe de López Obrador. Esta decisión, aunque controvertida, representa una apuesta por fortalecer la seguridad pública y asegurar que las fuerzas de seguridad estén alineadas con el interés de proteger a la ciudadanía, en lugar de caer en manos de la corrupción o ser infiltradas por el crimen organizado, como ocurrió en administraciones pasadas.
El presidente explicó que la Guardia Nacional cuenta con más de 130 mil elementos y 500 cuarteles distribuidos en todo el país, lo que la convierte en una institución clave para garantizar la seguridad y combatir la violencia que azota a México. La consolidación de esta fuerza bajo el mando de la Sedena tiene como objetivo otorgarle la disciplina y el manejo honesto que se requiere en una institución de este tipo, una estrategia destinada a asegurar que se mantenga la línea divisoria entre las fuerzas de seguridad y los criminales, tanto del crimen organizado como del “cuello blanco”.
Esta reforma, en el contexto de la lucha por mejorar la seguridad pública en el país, tiene un impacto directo sobre las comunidades más pobres e indígenas, quienes han sido las más afectadas por la violencia y la criminalidad. López Obrador reconoció que, si bien la economía no creció al ritmo esperado debido a factores externos como la pandemia, la redistribución de la riqueza y los ingresos lograron mejorar las condiciones de vida de la mayoría de los mexicanos, especialmente de los sectores más vulnerables.
Durante su mandato, López Obrador puso en marcha una serie de reformas económicas y sociales que transformaron la realidad de millones de mexicanos. Según su informe, se generaron más de 2 millones 400 mil empleos entre 2019 y 2024, y la cifra de trabajadores registrados en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) llegó a 22.4 millones. México se consolidó como una de las economías con la tasa de desempleo más baja a nivel internacional, alcanzando solo el 2.7%. Esto es notable si se compara con otros países como España (11%), Colombia (9.9%) y Francia (7.3%).
Además, los ingresos tributarios alcanzaron niveles históricos, cerrando el año con casi 5 billones de pesos, un aumento significativo en comparación con los 3 billones recaudados durante el sexenio de Peña Nieto. La cancelación de las condonaciones fiscales, una práctica común en administraciones anteriores, permitió al gobierno federal contar con recursos suficientes para financiar sus programas sociales sin recurrir a medidas de austeridad que afectaran a los más necesitados.
A través de estos programas, se distribuyeron 2.7 billones de pesos, logrando que más de 9.5 millones de personas salieran de la pobreza. Este logro es una prueba tangible de que la política de AMLO de «Primero los Pobres» se convirtió en una realidad, especialmente en estados como Oaxaca, Chiapas y Guerrero, donde prácticamente todas las familias recibieron algún tipo de apoyo gubernamental.
El presidente también destacó que el peso mexicano fue una de las monedas más fuertes frente al dólar durante su mandato, lo que contribuyó a mantener la estabilidad económica del país en medio de una crisis global. En términos de crecimiento económico, México subió del puesto 14 al 12 en el ranking mundial, lo que refleja el éxito de las políticas económicas implementadas por la administración de López Obrador.
Al concluir su último informe, López Obrador expresó su satisfacción por haber cumplido su promesa de servir al pueblo, en especial a los más pobres y necesitados. «Me llena de orgullo que hicimos realidad por el bien de todos primero los pobres», declaró con evidente orgullo. Además, se mostró confiado en que su sucesora, Claudia Sheinbaum, continuará con el legado de la Cuarta Transformación, resaltando su honestidad y humanidad.
En su visión de país, AMLO consolidó un proyecto de justicia social que dio prioridad a quienes habían sido olvidados por las administraciones pasadas. La protección y el respeto a los derechos indígenas, el combate a la pobreza y la lucha contra la corrupción han sido los pilares de su gobierno, y estos principios seguirán guiando la política mexicana en los años venideros.
El compromiso de AMLO con los pobres y los pueblos indígenas quedará grabado en la historia de México como uno de los grandes logros de su administración. Al cerrar un capítulo en la historia del país, deja un legado de transformación profunda que, aunque no exento de críticas, es innegable en su impacto sobre la vida de millones de mexicanos.
Hoy, México es un país más justo, más equitativo y más comprometido con los derechos de todos sus ciudadanos, especialmente de aquellos que durante siglos fueron marginados y olvidados. La Cuarta Transformación ha puesto a los pobres y a los pueblos indígenas en el centro de la agenda nacional, cumpliendo una deuda histórica y abriendo un camino hacia un futuro más inclusivo y solidario.
