Cada vez son más las personas que se declaran adictas a sus redes sociales
Alejandra Carrillo / Agencia Reforma
Redes sociales: la nueva adicción
Ciudad de México.- Unos minutos frente a la pantalla viendo videos cortos (reels) de Instagram o Tik Tok pueden convertirse en horas sin que algunos usuarios se den cuenta. Hay quienes incluso no se levantan de la cama antes de haber actualizado todas sus notificaciones.
“Noté que estaba deprimida, y llevaba mucho tiempo haciendo scrolling en Instagram sin poder sentir mucho, era raro porque algo que podía disfrutar ahora no me producía placer. Tenía metas que no cumplía o mantenía al margen porque no quería hacerlo. Caí en cuenta que me estaban haciendo más daño las redes sociales de lo que me estaban beneficiando”, cuenta Elena, que trabaja en marketing digital y usa tanto las redes para su trabajo que no se dio cuenta del daño que le hacían.
Frente a la realidad del diseño de las redes sociales para mantener mucho más tiempo al usuario enganchado, parece que las posibilidades de recuperar la vida fuera de Internet son pocas.
Según el Reporte Digital 2021 Global Overview Report, publicado por We are Social y Hootsuite, México tiene 92.01 millones de personas conectadas a Internet y 100 millones de perfiles activos en redes sociales: el estudio afirma que los usuarios en México pasan un promedio de 9 horas conectados a Internet al día, casi una hora más con respecto al 2019. Más de una jornada laboral completa.
¿QUÉ SE PUEDE HACER?
Hay quienes, después de reconocer un patrón tóxico en el uso de la tecnología, intentan hacer algo al respecto.
En 2016, Alan Gutiérrez tenía una carga de trabajo pesada en su proyecto de difusión de las artes escénicas, estaba usando más que nunca las redes sociales de manera profesional.
Un día se dio cuenta de que su teléfono no dejaba de encenderse durante horas sonando todo el tiempo y provocándole un sentimiento apremiante de atenderlo todo continuamente. Lo mantenía, como explica, esclavizado a las notificaciones. Como no podía renunciar a su uso por el trabajo, decidió hacerlo a nivel personal y una mañana de agosto suspendió todas sus cuentas en Facebook, Instagram y Twitter para bajar el número de alertas que recibía.
“Tres meses después regresé a utilizarlas pero decidí hacerlo de forma más consciente: desactivé todas las notificaciones de redes sociales del teléfono, fui tomando más el control para no atenderlo cada vez que sonara, quiero darle el uso cuando yo quiera y pueda”, explica.
Esto funcionó para él, pero otras personas tienen que recurrir a otras medidas, como buscar un teléfono celular sin conexión a Internet ni redes sociales, para comunicarse solo cuando es realmente necesario o descargar aplicaciones que limitan el uso del teléfono al mínimo.
Otras más no pueden si no ver cómo su consumo sigue creciendo sin parar.
“Hasta ahora todo lo que he hecho para intentar moderar su uso no me ha funcionado”, cuenta Jorge Covarrubias.
“Me doy cuenta, cuando en un rato de ocio tomo el celular y de repente ya estoy navegando, haciendo scroll en Facebook, Twitter o Instagram. En realidad no posteo mucho, pero a veces resulta inevitable ver lo que los demás publican sin poder parar”, admite el gestor cultural.
Este uso le ha provocado ansiedad pero debido a que su trabajo como periodista requiere de su conexión constante, sabe que es difícil renunciar a las redes de manera radical por lo que en ocasiones intenta salir de casa sin el teléfono. Pese a todo no ha pasado más de un día desconectado.
Algo similar le pasó a María Ruiz, quien se dio cuenta de un uso excesivo de sus redes un día que despertó y pasó tres horas sin pararse de la cama por hablar en WhatsApp.
“Eliminé algunas aplicaciones del teléfono. Pero todavía no reduzco mi uso. Solo trato de no despertar y que sea lo primero que vea”, explica.
MEDIDAS DRÁSTICAS CONTRA LA ADICCIÓN
Bárbara González es artista y diseña para su propia marca de joyería, durante la pandemia se dio cuenta de que cada día con menos frecuencia terminaba los pendientes que se planteaba por las mañanas.
“No dejaba de actualizar mis redes, específicamente Instagram, noté que me estaba abrumado consumir tanto contenido pero al mismo tiempo, por mi marca, sentía que era muy necesario que estuviera allí, al día de lo que estaban haciendo otros artistas y creadores que seguía”, lamenta.
Dice que se convirtió en un círculo vicioso en el que ya no creaba sus propias piezas.
“Me empezó a lastimar mucho porque entristecía y me desmotivaba, sentía que me estaba inspirando viendo el trabajo de otros pero al mismo tiempo no me llevaba a ningún lado, sentía que nada de lo que hiciera iba a ser suficiente”.
Para Bárbara hubo un punto de quiebre en el que otros problemas de salud se combinaron con su uso excesivo y en terapia aprendió que su manera de cuidarse era identificar y escuchar cuando sentía ansiedad para poder apagar el teléfono cuando fuera necesario.
“Las redes sí son tóxicas y te tienen ahí. Pero ahora yo pongo las reglas del juego, no es el fin del mundo si no publico en tanto tiempo, no quiero tener que publicar tantas veces por semana. Lo cierto es que así como me ha traído mucha ansiedad también me ha traído una comunidad digital con la que puedo conectar y aprender, hoy se siente más natural la conexión que tengo con las redes sociales”, explica.
RECOMIENDAN TERAPIA
A pesar de todas las consecuencias que causan las redes, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, la herramienta taxonómica y de diagnóstico publicada por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (DSM), seguido internacionalmente, en su última versión no cuenta su uso excesivo como una adicción.
Hay una discusión entre especialistas sobre si debería incluirse desde hace varios años y dados los cambios que experimentan las sociedades a partir de la pandemia.
El investigador del Centro Universitario de Ciencias de la Salud, Alonso López Chávez, profesor de psicología de la Universidad de Guadalajara, señala que aunque no se le considera una adicción es cierto que puede convertirse en una conducta problemática.
“Aunque no es considerada formalmente como una adicción, si está afectando nuestra vida y nuestro día a día no hay razón para que no tomemos este problema con seriedad”, advierte el especialista.
Entre los síntomas que refiere para prestar atención en el consumo de redes sociales, está el síndrome de abstinencia, la irritabilidad, ansiedad o tristeza en un periodo corto o prolongado de uso de dispositivos móviles.
López Chávez señala también que hay que prestar atención a la tolerancia frente al uso, es decir, la cantidad de tiempo necesaria para que la persona se sienta satisfecha con lo que está consumiendo.
El investigador recomienda estar atentos a ese tipo de uso tóxico de las redes sociales sobre todo si tiene consecuencias como la pérdida del interés por la convivencia y el resto de las actividades sociales que forman parte de la vida.
“Si una persona nota que tiene un uso que está afectando su salud mental lo mejor es recurrir a un especialista. Cualquier tipo de terapia psicológica es positiva, aunque al tratarse de un asunto de conducta quizá sea lo mejor acudir a una terapia conductual” dice el experto.
Aunque no reporta un aumento en las personas que deciden cortar de tajo su uso “tóxico” de redes sociales, al menos no en la unidad de atención que tienen en el Centro Universitario, López Chávez dice que el paso más difícil es, como en toda adicción, aceptar que hay un problema y atenderlo.
Ir a terapia, puede ser el primer paso.
LO MEJOR, LA PREVENCIÓN
La doctora Noemí Gómez, investigadora de adicciones del Departamento de Psicología, Educación y Salud del ITESO afirma que esta es una adicción y que puede prevenirse desde la crianza.
“Se le llama nomofobia, que es la fobia a estar desconectado o no tener el dispositivo móvil cerca. Ha sido una pelea por que se incluyan las nuevas adicciones, entre ella la adicción a las redes sociales, una adicción psicológica comportamental: no tienen que ver con el consumo de sustancias pero comparten todas las características que tiene una adicción”, explica.
Estas nuevas adicciones también incluyen la adicción a los videojuegos, a la pornografía, a las compras por internet e incluso a las cirugías plásticas y algunos trastornos alimenticios.
La académica afirma que las personas proclives a este tipo de adicciones pueden enfrentarlo de una manera más positiva si tienen una red de soporte que les acompañe en el proceso.
“Es un problema social, la adicción a las redes sociales porque es una paradoja, porque parece poder conectarnos con otras personas pero nos desconecta de nuestro mundo”, concluye Gómez.
¿ERES ADICTO?
Hay algunas características para poder considerarlas una adicción según la especialista:
La centralidad: Qué papel ocupa mi red social en mi vida ¿he dejado de hacer cosas importantes para mí por estar en el teléfono?
Síndrome de abstinencia: ¿Siento ansiedad y angustia cuando mi teléfono está cerca?, ¿siento que algo malo va a pasar si no reviso mis notificaciones?
El uso compulsivo: ¿Soy consciente de lo que estoy viendo? ¿Recuerdo contenidos o conversaciones significativas del tiempo que pasé ahí?
El tiempo continuo: ¿Me parece normal y usual el tiempo que paso en el teléfono?
El desdibujamiento de áreas vitales de las personas: ¿Me he olvidado de comer, de tomar agua, o de relacionarme con otros amigos presencialmente, el trabajo o la escuela por estar en mi teléfono?
Aislamiento social.
Poca tolerancia a la frustración.
El poder y la identidad: ¿Siento que mi identidad y mi poder dependen de lo que publico y proyecto en mis redes?