Pos en la política internacional, pues las palabras pueden ser como balas: impactan, hieren y dejan cicatrices. Donald Trump, con su característico estilo de lanzar promesas y amenazas, ha vuelto a poner a México en el centro de su narrativa política. Esta vez, con la crisis del fentanilo como pretexto, el expresidente de Estados Unidos promete una guerra total contra los cárteles mexicanos. Pero, ¿qué implicaciones reales tiene esto para México y otros países?
El gabacho anunció una nueva campaña antidrogas que parece una mezcla de estrategia de mercadotecnia y discurso moralista. Según él, su administración gastará “mucho dinero” (aunque luego matizó que sería “muy poco, relativamente”) para mostrar los estragos físicos del consumo de drogas como el fentanilo. Si esto suena familiar, es porque evoca la campaña Just Say No de los años 80, liderada por Nancy Reagan. A pesar de las buenas intenciones, esa estrategia resultó más publicitaria que efectiva, dejando intactas las estructuras del narcotráfico.
Sin embargo, lo más preocupante es la insistencia de Trump en designar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas extranjeras. Esto no es un simple cambio semántico. Al etiquetar a los cárteles de esta manera, Estados Unidos se arroga el derecho, al menos en teoría, de actuar militarmente contra ellos, incluso dentro de México. En su retórica, Trump promete involucrar al Pentágono con fuerzas especiales, ciberataques y operaciones encubiertas para destruir las redes criminales. Pero esta promesa de intervención militar encierra riesgos serios, no solo para la soberanía de México, sino también para la relación bilateral.
La Crisis del Fentanilo
El problema del fentanilo es grave, no cabe duda. Entre 50 mil y 60 mil estadounidenses podrían morir este año por sobredosis de opioides sintéticos, una crisis que Trump usó como bandera durante su mandato. Sin embargo, hay que recordar que estas muertes se duplicaron precisamente bajo su gobierno. Entonces, ¿realmente busca resolver el problema o simplemente está aprovechando un tema sensible para ganar votos?
Y es que la realidad es que el tráfico de fentanilo no empieza ni termina en México. Es un fenómeno global, con ingredientes que suelen provenir de Asia y rutas que cruzan varios continentes antes de llegar a Estados Unidos. Sin embargo, al reducir el problema al papel de los cárteles mexicanos, Trump simplifica una crisis compleja y carga el peso de la culpa sobre un solo país.
¿Y México?
Resulta y resalta que el plan de Trump tiene ecos de 2019, cuando amagó con designar a los cárteles como terroristas, pero retrocedió a petición del presidente Andrés Manuel López Obrador. Ahora, con Claudia Sheinbaum al frente del Ejecutivo mexicano, Trump afirma haber tenido una “conversación fuerte” sobre la migración indocumentada y el tráfico de fentanilo. ¿Qué tan cierto es esto? Difícil de saber. Lo que sí es evidente es que Trump utiliza estas declaraciones para proyectar fuerza y establecer una postura de negociación agresiva.
Además, su amenaza de cerrar las fronteras y deportar a pandillas extranjeras plantea un escenario de tensiones crecientes. México, como país vecino y socio comercial, será el más afectado por estas políticas, que inevitablemente aumentarán la presión migratoria y las disputas diplomáticas.
El Impacto en la Región
Más allá de México, esta narrativa de Trump envía un mensaje preocupante a otros países. Si Estados Unidos está dispuesto a intervenir militarmente en suelo extranjero bajo el pretexto del narcotráfico, ¿qué impide que otras naciones se conviertan en objetivos? Esta postura no solo erosiona las relaciones diplomáticas, sino que también amenaza con desestabilizar la región.
Trump promete regresar a la Casa Blanca con una agenda que combina militarización, deportaciones masivas y discursos moralistas. Para México, esto representa un desafío que requerirá habilidad diplomática, unidad interna y una estrategia clara para contrarrestar las presiones externas sin ceder en soberanía.