Un domingo para la justicia y contra el chantaje

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Pos, ¿qué creen? Este domingo, México tiene una cita con su historia. No se trata de una jornada electoral más, sino de la posibilidad de poner fin a una de las estructuras más nocivas que ha frenado el avance democrático del país: el Poder Judicial tal como lo conocemos. Un aparato que durante décadas ha protegido intereses económicos y políticos, garantizado impunidad a delincuentes de cuello blanco y se ha erigido como bastión de privilegios blindados con togas y sentencias amañadas.

Y es que votar en esta elección no es sólo ejercer un derecho: es recuperar un poder que nos ha sido negado. Durante años, el Poder Judicial ha operado de espaldas al pueblo, alejándose del ideal de justicia y convirtiéndose en una élite intocable. Este domingo, podemos abrir las puertas a una transformación profunda, una que permita que los jueces y magistrados sean elegidos por el pueblo y no por pactos oscuros ni herencias institucionales. Por eso, la participación ciudadana no es sólo importante: es urgente.

En ese contexto, resulta preocupante —por no decir indignante— la actitud que han asumido algunos dirigentes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Pese a que el Gobierno Federal, a través de las secretarías de Gobernación y de Educación Pública, ha presentado una propuesta sólida y bien intencionada para mejorar las condiciones laborales del magisterio, los líderes de la CNTE han mantenido una postura cerrada, insinuando incluso la posibilidad de un boicot a la elección.

¿De qué sirve abrir mesas de diálogo si del otro lado sólo hay cerrazón y amenazas? Claudia Sheinbaum fue clara: hay una voluntad genuina del Gobierno para dignificar al magisterio y fortalecer la educación pública. No hay pretextos. La propuesta fue llevada a las bases, y lo mínimo que se espera es que se dialogue con responsabilidad. Porque oponerse al diálogo y al mismo tiempo sabotear un ejercicio democrático es una traición no sólo al gobierno que se dice criticar, sino a la ciudadanía entera.

Resulta y resalta que no estamos ante un gobierno que ignora a los maestros. Todo lo contrario. El movimiento magisterial ha sido históricamente parte del tejido social de lucha, pero hoy no puede convertirse en un agente de chantaje que frene una jornada clave para la democratización del país. Boicotear la elección sería actuar en contra del derecho del pueblo a decidir, tal como advirtió la presidenta electa.

México ha cambiado, y no puede permitir que sus decisiones se vean obstaculizadas por prácticas de presión que no construyen, sino que destruyen. Este domingo debe ser una fiesta cívica, no un campo de sabotajes. Ya no caben las simulaciones ni las dobles agendas. Es hora de tomar postura por el país, por la justicia, y por el futuro.

Votar este domingo es también votar contra los privilegios, contra la impunidad, y contra quienes no entienden que los tiempos han cambiado. Es votar por una justicia al servicio del pueblo, no al servicio de unos cuantos. Nos toca a todos, sin excusas.

Por eso somos los rompenueces.

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