Pos la captura de Ismael «El Mayo» Zambada es un recordatorio contundente de que tarde o temprano, todos los narcotraficantes enfrentan la justicia. La noticia de su arresto en Santa Teresa, Nuevo México, ha resonado a lo largo y ancho de la región. No deja de ser irónico que Zambada, uno de los capos más elusivos y poderosos de México, haya volado prácticamente por los cielos juarenses antes de ser aprehendido.
Y es que esta detención representa un duro golpe para el Cártel de Sinaloa. El Mayo, cofundador del cártel junto con Joaquín «El Chapo» Guzmán, no solo era un líder del narcotráfico, sino también un hombre que, según se dice, conoce a fondo todas las tramas político-criminales de México. Su caída tiene el potencial de desentrañar una red compleja de corrupción y colusión entre el narco y la política.
Uno de los personajes que podría empezar a sentir la presión, pues, es el expresidente Felipe Calderón, señalado durante su mandato por proteger al Cártel de Sinaloa. Si bien las acusaciones nunca fueron formalizadas, la sombra de la sospecha siempre ha perseguido a Calderón. Con Zambada bajo custodia federal en Estados Unidos, las interrogantes sobre la relación entre el exmandatario y el cártel podrían resurgir con fuerza.
El arresto de Zambada y del hijo de El Chapo, Joaquín Guzmán López, es un movimiento estratégico que asesta un golpe directo al corazón del cártel, responsable de la mayoría de las drogas que inundan Estados Unidos. El fiscal general Merrick Garland ha señalado que el Departamento de Justicia no descansará hasta que todos los líderes del cártel rindan cuentas.
La detención de El Mayo es también un triunfo para las autoridades estadounidenses, que han ofrecido recompensas millonarias por su captura. A sus 76 años, Zambada parecía invencible, manejando sus operaciones desde las sombras y evitando los focos de atención. Su aprehensión pone fin a décadas de impunidad y marca el inicio de una nueva etapa en la lucha contra el narcotráfico.
Es importante recordar que Zambada ha estado en comunicación con funcionarios federales estadounidenses durante al menos los últimos tres años, discutiendo los términos de su posible rendición. Esta información, revelada por el New York Times, añade una capa de intriga a su captura. ¿Fue realmente una entrega voluntaria, o un engaño magistral orquestado por un alto rango del cártel?
Resulta y resalta que las versiones oficiales y extraoficiales sobre su detención siguen siendo contradictorias. Sin embargo, lo que es innegable es el impacto de esta operación. Con El Mayo tras las rejas, el futuro del Cártel de Sinaloa es incierto. ¿Podrá la organización mantener su hegemonía sin uno de sus líderes más emblemáticos?
El arresto de Zambada también envía un mensaje claro a otros narcotraficantes: la justicia puede tardar, pero llega. Las redes de poder y corrupción que sostienen al narcotráfico en México están siendo desmanteladas, pieza por pieza. Este es un momento crucial en la historia de la lucha contra el narcotráfico, y los próximos pasos serán determinantes para definir el futuro de esta guerra interminable.
Mientras tanto, Felipe Calderón, y otros políticos implicados, harían bien en prepararse para lo que podría venir. La captura de Zambada es solo el comienzo, y las revelaciones que puedan surgir de su detención podrían sacudir los cimientos de la política mexicana. Ahora más que nunca, el país necesita respuestas y justicia.
Pase usted un buen fin de semana. Nos leemos aquí el lunes.
Por eso somos los rompenueces.
