Zedillo, el menos indicado para hablar de democracia

spot_imgspot_img

Pos, ¿qué creen? En un arranque de memoria selectiva, Ernesto Zedillo decidió pontificar desde un periódico extranjero sobre la supuesta falta de democracia en México. El mismo Zedillo que entregó al país a los bancos con el Fobaproa, que convirtió una deuda privada en un lastre público que los mexicanos seguimos pagando, ahora pretende dar lecciones de ética política y legalidad. Nada más lejos de la realidad.

No se puede hablar de democracia con la voz manchada por los rescates financieros y las imposiciones neoliberales que empobrecieron a millones. El expresidente que heredó una crisis monumental en 1994 —la devaluación, los despidos masivos, el cierre de empresas y el encarecimiento de la vida— no tiene autoridad moral para acusar a la Cuarta Transformación de autoritarismo.

Zedillo, junto con los viejos cuadros de la derecha conservadora, busca pintar un país totalitario donde lo que hay, en realidad, es un proceso profundo de democratización. En México hoy se elige libremente a los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Hay libertad de expresión, de reunión, de crítica; los opositores se manifiestan sin censura y los medios publican sin temor. ¿Dónde está entonces la dictadura que ellos inventan?

Resulta y resalta que hablar de democracia exige coherencia, y el exmandatario carece de ella. Su gobierno fue el que cargó sobre los hombros de los ciudadanos los errores de la banca privada; fue el que vio aumentar la desigualdad y la desconfianza en las instituciones. Hoy, desde la comodidad del extranjero y de los consejos corporativos que lo aplauden, pretende erigirse en juez de la voluntad popular.

En contraste, Morena ganó en 2024 con el 60 por ciento de los votos. Fue el pueblo quien decidió, no un aparato, no un fraude, no una imposición. Esa es la diferencia sustancial que Zedillo y sus aliados no soportan: que el poder ya no reside en las cúpulas, sino en la ciudadanía.

Ansina es que mientras la presidenta Claudia Sheinbaum impulsa políticas sociales que garantizan derechos básicos —salud, educación, bienestar—, los defensores del viejo régimen insisten en descalificar lo que no controlan. Llaman “clientelismo” a la justicia social y “autoritarismo” a la organización popular. Pero detrás de ese discurso se esconde la nostalgia por los privilegios perdidos.

La historia es clara: quienes hoy acusan de falta de libertad son los mismos que callaron los fraudes de 1988 y 2006, los que avalaron la compra del voto y la manipulación mediática. Son los mismos que, en nombre del “mercado”, condenaron a millones a la pobreza.

No, señor Zedillo, México no es un país sin democracia. Lo fue durante los años en que usted y los suyos decidían desde arriba, mientras el pueblo sólo observaba. Hoy las decisiones se toman en las urnas, no en las bolsas de valores. Y eso, precisamente, es lo que tanto les duele.

Por eso somos los rompenueces.

spot_imgspot_img
spot_imgspot_img
spot_imgspot_img

Noticias Recientes

Llevan a cabo segundo día de Audiencia Pública: Presupuesto de Egresos 2026

Dando continuidad a la Audiencia Pública: Presupuesto de Egresos...

Prevén jueves soleado con vientos moderados

La Dirección General de Protección Civil del Municipio informó...

Regresa a Chihuahua el Dr. Vagón con servicios médicos gratuitos

Con una amplia oferta de servicios médicos gratuitos, el...

Limpian calle Pedro Meneses Hoyos

Como parte del programa cruzada del cambio, que tiene...

Condenan acoso contra la presidenta Sheinbaum

Funcionarias de los tres poderes del Gobierno de México...
spot_imgspot_img
spot_img
spot_imgspot_img
spot_imgspot_img